Mail @amipadre
Hola: pienso que, tal vez, a través de esta carta podríamos intentar entendernos. Aunque digas que no me importa, en verdad me preocupa la relación que tenemos. Estoy en plena adolescencia, en la “edad del pavo” como dicen y no me resulta fácil adaptarme a las reglas y condiciones que han impuesto los adultos. Cada vez que discutimos me apabullas con tu lógica (para mí discutible) y no me escuchas. Luego terminas la “conversación” abusando de tu autoridad. Terminamos enojados y, aunque no lo creas porque lo disimulo, me duele mucho. Y quisiera que me abrazaras. A veces me reclamas porque ya no soy tan cariñoso e incondicional como antes. Y es que voy descubriendo tus debilidades y ya no eres superman (al igual que mamá).
La pubertad es un cacho. Las hormonas me han invadido hasta el pelo y me salen granos por todas partes y recibo burlas por ello en casa y en la escuela. ¿Qué culpa tengo yo? Mi despertar sexual también es terrible. No puedo dejar de pensar en eso y me paso películas con mis compañeras, fotos de minas, videos, etc. Todo me excita viejo. He llegado hasta a espiar a mi hermana y mis primas. Entonces, está el asunto de la masturbación. No lo puedo evitar a pesar de las indirectas de ti y los demás. Cada día salgo a trotar cinco o seis kilómetros por las tardes para llegar agotado a casa y acostarme tranquilo. No siempre funciona. Lo malo es que muchas veces me queda un sentimiento de culpa que apaciguo pensando que no soy el único. Seguro que tú también lo hiciste. Como el Papa, Hitler, el “Che”, mis tíos, mis abuelos, mis profesores, etc. A mi hermana también la he cachado que se masturba pero nadie dice nada.
Está el asunto del respeto. Siempre sales con eso, pero muchas veces tú o mamá me faltan el respeto cuando toman decisiones por mí sin siquiera consultarme. Es posible que tengan razón pero me gustaría darles mi opinión. Me critican por cómo me visto, la música que escucho, los amigos que “no te convienen hijo”, mis momentos de flojera donde nada más quiero estar solo y soñar algunas cosas, el desorden de mi pieza, etc.
Por mi parte, me acuso de no considerar que tú también tienes problemas y que muchas veces llegas a casa mascando alguna rabia y puede justificar la forma en que nos relacionamos. Entiendo que no lo sé todo y debo aprender mucho de la vida. Algo más: no me obligues a conversar contigo cuando tú quieras. Crea el momento para ello.
Espero que todo vaya mejor. Yo cumpliendo mis deberes e intentando ser el mejor del curso. Y que tú trates de entenderme. Quedan cosas pendientes para otra carta.
Tu hijo que te ama.
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