Bienvenida, soledad!
Aunque para muchas personas el término “soledad” está relacionado con el pesar o la melancolía que se siente por la ausencia o la muerte de una persona, para otros es un retiro de compañía, voluntario o no, que puede ser productivo y reconfortante a la vez.
Esta situación en la que se está alejado de los demás tiene su encanto y sus ventajas, definitivamente, aunque la mayoría la conciben de forma destructiva o dolorosa. De hecho es (o puede ser) totalmente lo contrario si se aprende a disfrutarla de forma creativa y gratificante y si se es aprovechado para acercarnos a nuestros sentimientos, pensamientos y emociones.
La soledad puede ser una opción para reflexionar, meditar; un regalo, una oportunidad para hacer un recorrido por nuestra vida y potenciar el desarrollo personal desde una perspectiva integradora.
Ésta es una de las caras de la moneda. Quienes optan por la otra cara pueden encontrar un panorama que puede llegar a ser hasta siniestro, pues la soledad puede conducir también a la depresión, al aislamiento, y en caso extremo hasta la locura y la muerte.
La posibilidad de experimentar la soledad como positiva o negativa está relacionada con nuestras concepciones ideológicas, historias personales, y el sistema de valores culturales. En la cultura oriental se estimula y se practica la soledad y se considera fundamental para el desarrollo personal. Sin embargo en la sociedad occidental ocurre todo lo contrario, puesto que en estos predios es costumbre que la gente haga todo en grupo o pares y se confunde individualidad con el individualismo.
Para sacar provecho a los momentos de soledad hay múltiples alternativas y cada quien tiene la opción de cómo sacar mejor beneficio a esos momentos. La reflexión nos permite analizarnos, escuchar nuestro cuerpo, expandir nuestros sentidos, revisar nuestra vida cotidiana y darnos permiso para distanciarnos de las situaciones que nos abruman o para poder recordar pasados ratos de alegría. La oración, la meditación trascendental o bioenergética y la filosofía yoga, pueden ser de gran utilidad para estos fines.
Cualquier lugar puede resultar propicio para la retrospección: en el campo, playa, parque y hasta en nuestra propia casa podemos expandir los sentidos, percibir olores y colores de una manera diferente; buscar detalles y sensaciones novedosas, y sobre todo, sacar provecho para darle rienda suelta a nuestra imaginación y creatividad si recorremos parajes que son imposibles de transitar cuando estamos en compañía.
Por lo tanto, siempre que sea para pensar, analizar, crear y reflexionar, ¡bienvenida soledad!
Alberto Vàsquez. |