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Inicio / Cuenteros Locales / Arenyndriel / Adiós, Tierra Media (segunda parte)

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Mis hermanos partieron de Doriath al cabo de unos años para establecer sus propios dominios, y fui invitada a seguirlos, mas yo permanecí ahí puesto que una poderosa razón me ataba a ese sitio: me había enamorado de Celeborn, noble elfo Sindar, y yo ya no deseaba separarme de él. Nuestro amor surgió entre los mismos bosques en los que el mortal Beren y Luthien, hija de Thingol y Melian, se conocieron; y fue más fuerte que la destructora furia de Morgoth y su lugartenente Sauron, perdurando por tres largas Edades y resistiendo todo tipo de embates que el Enemigo nos infligió no sólo a nosotros, sino a todas las razas y reinos libres de Beleriand, la cuál terminó por desaparecer bajo las aguas del Mar luego de la cruenta batalla en la que Morgoth finalmente fue derrotado y desterrado definitivamente de Eä. Se me concedió la oportunidad de retornar a Valinor, como se le ofreció también a muchos otros de los Primeros Nacidos que partieron en exilio conmigo; pero a diferencia de tantos de éstos, rechacé dicha propuesta; no tanto por no anhelar regresar a mi Primera Morada, sino porque el apego que ya sentía por la Tierra Media era tal que no estaba dispuesta a abandonarla tan fácilmente, ya que aún estimaba que se podía obrar muchas e importantes acciones para volverla un mejor espacio para que coexistieran los Hijos de Ilúvatar, en particular cuando todavía habían discípulos de Melkor merodeando en libertad. Así las cosas, los Barcos partieron al Oeste mientras yo me quedaba en el Este comprometiéndome internamente a que la Sombra regresara de nuevo como en la recién finalizada Primera Edad.
El tiempo transcurrió y para entonces mi hija Celebrian ya había venido al mundo, siendo nuevamente dichosa, muy a pesar de que aún añoraba enormemente mi Hogar en Occidente. Empero, la alegría no duraría mucho: siguió el maligno ejemplo de su Amo y, disfrazado del virtuoso Annatar, convenció a Celebrimbor y a muchos de nosotros de crear Anillos Mágicos para preservar la belleza, magnificencia y bondad que quedaba en la Tierra Media; aunque sus verdaderos fines eran mucho más siniestros. Aún cuando sospeché desde un inicio que algo oscuro se ocultaba tras esa espléndida fachada, incluso llegó a engañarme con su elocuencia y cedí a sus peticiones, de lo que habrá de arrepentirme terriblemente. En el momento en que nos percatamos de nuestra equivocación, ya era demasiado tarde y Celebrimbor fue salvajemente asesinado por un nuevo y tenebroso Señor Oscuro que ya poseía una poderosa y temible arma de dominación total: el Anillo Único. Para colmo, de todos los demás Anillos Mágicos que se forjaron, los Nueve de los Hombres ya habían sucumbido a su Poder, así como la gran mayoría de los Siete de los Enanos, fortaleciéndolo todavía más de lo que ya era. A pesar de ello, nunca sometió ni corrompió a los Anillos más poderosos: los Tres de los Elfos, y todos sus Portadores (entre los que me encontraba yo) nos comprometimos más que nunca a impedir que Sauron lograra su malévolo cometido de esclavizar Ernor, nuestro nuevo y bienamado Hogar…y lo logramos momentáneamente...
(continuará)

Texto agregado el 10-12-2015, y leído por 111 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
26-12-2015 Comentario dejado en el último Capítulo. Besos. SOFIAMA
11-12-2015 Te sigo en el sendero medieval de tu fantasía, poblado de duendes, gnomos e íncubos. (5*) -ZEPOL
10-12-2015 !Muy buena narración! Saludos. NINI
 
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