A la Patria mía,
yo Argentina,
a las sombras de una ciudad dormida
yo guerrillera antisistema,
al frenesí majestuoso de una primavera roja
yo comunista,
al perdón de un Dios
que ha vomitado nuestra existencia
sobre un excusado inhóspito
yo atea,
al vientre con hambre de los pibes
que han descendido a los infiernos
yo rebelde sin remedio.
A la muerte que te relame el pecho,
a los soldados
que son los parias, ornamentos barato
de un Estado que acciona con despotismo
y de éste se recubre el pescuezo.
A la Patria
que me hace hervir la sangre,
al pueblo que proclamará ¡gloria y libertad!
y las cadenas de la opresión suntuosa
con su furia romperá.
Soy utópica
porque en lo que creo no es lo que veo,
porque en maldiciones y recuerdos
se desvanece mi ego,
y yo no vine a comprar mentiras
ni a vender al mejor postor mi honestidad,
no deseo conformarme ni reproducir
una moral ortodoxa que nos corromperá,
que nos aleja
de lo que hemos de SER en realidad.
Escritura y pluralidad,
Patria mía
abre los laureles de tus pupilas
y vela por los muertos que no descansan en paz,
anuncia la lucha por los vivos que mueren en vida,
y haz de retorcer a los cobardes
que de tu altar han hecho mugrosas ruinas.
¿YO? más que Argentina,
reivindico la voz de los pueblos oprimidos de Latinoamerica,
y a todos aquellos países que dividen
un pedazo de su humanidad
por intermedio de las fronteras.
¡Ay!,
porque Patria
no es solamente la que nos ve nacer,
sino es la que sangra
y de los parásitos internos hemos de defender. |