Sin querer caí en un foso profundo
del que no puedo salir...
un juego macabro y peligroso
del que seguramente
no saldré airoso.

Mala idea fue esa mañana
haber aterrizado en esas diáfanas pupilas,
mala idea fue incluso pronunciar tu nombre,
porque se ha instalado en mi cerebro
como un pito en el oído.

Mientras menos te pienso más te pienso,
intento ignorarte y luego me veo siguiendo tus pasos, adivinando tu sombra en la oscuridad.

Mala idea es esto dentro del pecho
que me explota cada cinco segundos
como una bomba atómica.