Luego de dos días encontraron el cuerpo del maestro Lennon. Por lo descompuesto que llevaba el cuerpo los forenses determinaron que el maestro Lennon tenía dos días de muerto. La policía inició una investigación para hallar al asesino, pero luego de un par de días, “por falta de pistas”, decidieron dejarlo inconcluso y archivarlo en la gaveta de los casos no resueltos (donde se encuentran los casos difíciles, sin pistas, y aquellos que no los resolvieron porque simplemente no tenían ganas de resolverlos). La excusa que dieron fue que solo encontraron dos pistas: Un arma y una nota.
En el arma no encontraron huellas dactilares y, por tanto, no tenían a quien acusar.
En la nota aparecía el nombre del abogado defensor del maestro Lennon así que lo interrogaron, pero el tenía una coartada: se encontraba en un caso en los tribunales el día del asesinato. La policía corroboró la coartada con el Juez del tribunal y, efectivamente, el abogado defensor del maestro Lennon pasó todo el día metido en el tribunal.
A la gente le dio igual. Es más, se alegraron de saber que alguien le había puesto fin a ese desgraciado.
***
Las notas finales estaban próximas y los padres de Camila querían saber si podían hacer algo para que su hija no repitiera el primer año. Así que fueron a hablar con el director del Instituto sobre eso. Le explicaron todo y el director los condujo al aula del ex maestro Lennon. Ahí estaba ahora un hombre alto, moreno, de cabello crespo y ojos cafés.
-El es –dijo el director-, bueno, será el próximo maestro de primer año. El los puede ayudar.
El director se retiró y ellos entraron al aula. El nuevo maestro se encontraba pasando unas notas a la computadora. Al notarlos se levantó, se acercó a ellos y se presentó.
-Hola, me llamo Steven Hudson –dijo mientras los invitaba a sentarse. Los padres de Camila se sentaron al otro lado de su escritorio. Camila permaneció en pie-. Es un placer conocerlos. ¿Qué deseaban?
-Hola, soy el padre de Camila. Es un placer conocerlo también.
El padre de Camila empezó a explicarle a Steven todo el embrollo en el que su hija estaba metida. Steven prestaba mucha atención a lo que decía.
-… Y quisiera saber si no puede hacer algo para que mi hija no repruebe.
-Creo que sí pero… -Steven miró a la chica-, ¿estás segura que fue tu maestro el que te reprobaba y no tú?
-Si estoy segura –dijo Camila-. Si no me cree revise este examen.
Camila le dio el examen más reciente. Lo había reprobado con 4. Steven lo tomó y lo examinó de píes a cabeza detenidamente. A veces llevaba la mano a su frente y se rascaba el cabello.
-Es cierto –dijo devolviéndole el examen-. Ese examen está respondido correctamente. Lo siento por ti.
-¿Puede hacer algo? -preguntó la madre.
-Si, pero tendría que revisar todos los exámenes, trabajos y laboratorios que se ha hecho su hija. Además, solo podría modificar este último período. Los otros dos le quedarían con cuatro, y si saca diez en este pasaría con seis. ¿Están de acuerdo con eso?
-¿Seguro que no puede hacer nada más? –preguntó el padre de Camila tratando de sacar aunque sea un poco más.
-Seguro.
-Ok… no es lo que esperábamos, pero lo importante es que pase el año –dijo la madre de Camila tratando de sacar algo positivo-.Gracias por su tiempo profesor.
-Por nada.
Los padres de Camila y el Steven se levantaron y se dieron la mano. Steven los acompañó hasta la puerta.
-No te preocupes –le dijo Steven a Camila-, todo saldrá bien.
Camila asintió y regresó a casa con sus padres.
El viernes sonó el teléfono. El padre de Camila contestó enseguida. Su rostro se veía muy serio, asintiendo con la cabeza de vez en cuando. Su madre y ella estaban expectantes, sentadas cerca de la mesa del comedor. Luego de unos minutos la seriedad del padre de Camila desapareció y una sonrisa asomó por sus labios.
-…Entendido. Hija –se dirigió a Camila ofreciéndole el teléfono-, alguien quiere hablar contigo.
Camila tomó al teléfono. Estaba muy nerviosa. Su padre se sentó cerca de su madre y la tomó de las manos.
-¿Hola? –preguntó Camila un poco insegura.
-Hola Camila, soy yo, Steven. Tengo buenas y malas noticias.
-Ok…
-¿Quieres primero oír las buenas y luego las malas?
-Como usted prefiera.
-Las buenas son que ya terminé de revisar tus calificaciones y, aunque no lo creas, tienes todo perfecto. Eso significa que tendrás diez en este último período.
Camila suspiró de alivio. No lo podía creer.
-¿De verdad?
-Si.
Camila saltó y lanzó un grito de alegría.
-¿Y cuál es la mala? –preguntó sin salir de su alegría.
-La mala es que por tus dos cuatros pasados tu promedio final será de seis.
-Entendido, gracias.
-Por nada.
Camila estaba a punto de colgar pero escuchó algo más.
-Y no te preocupes Camila, los promedios que cuentan son los de segundo año.
Camila colgó.
-¿Y bien? –preguntó su madre.
-Yo… -Camila se detuvo. Su madre agarró más fuerte la mano de su padre- ¡estoy en segundo año!
La madre corrió a abrazarla. Empezaron a llorar.
-Estoy orgullosa de ti –le decía su madre con lágrimas en sus ojos.
-Gracias –respondió Camila también llorando. Su padre se unió y las abrazó a ambas. Los tres terminaron con un tierno y caluroso abrazo familiar. |