El príncipe bobo,
príncipe tibio y amoroso
encantó con la génesis de sus versos
a la muchachita que había perdido el rumbo,
barrió con su amor la pólvora
de una guerra que a toda marcha se avecinaba.
El príncipe de capa oscura
y de semblante melancólico y misterioso
ya no tenía pasado,
había olvidado su nombre
en alguna tienda de caballería,
en algún bulevar de sueños rotos,
había sido un príncipe y un mendigo
en el desorden de este cosmos.
El príncipe de la roja pasión del corazón,
fue poesía
en las pupilas iluminadas de la muchachita,
fue hambre en las carnes,
fue pétalos en las manos,
fue rosa marchita,
fue miel degustada en los labios,
fue placer y cordura,
fue tinta y un dulce derrame.
¡Ay príncipe,
tu encantamiento fue estremecimiento en el alma,
y tus besos nacieron de las gotas de rocío del alba,
tus brazos fueron amanecer en la escarcha,
y has redimido a las agujas del mal
donde, antes de VoS, mis letras se desarmaban!
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