Me ha producido disfagia el hecho de tener que arrastrarlos, y quizás tener que meterlos en jaulas para que vean la realidad. Espero que no sea huero todo lo que he hecho y me imagino que no les importará que invada todos sus territorios, que queme sus televisores, sus camas, y todos los elementos que poseen en los lugares en los que viven, y que tal vez use sus residencias con un objetivo libreril, aunque probablemente no tendré tiempo para eso. No soy dado a palabrear, pues me interesa demasiado la realidad, y aunque estoy sufriendo acinesia, me moveré muchísimo para desaparecerlos.
El fragor de ustedes cuando los descubra en sus jaulas de ladrillo, y supliquen que no los mate, me producirá gran satisfacción. Entre más se oculten, entre más evadan la verdad; más sabré acerca de ustedes, más los conoceré, más los escucharé. Abandonando todo lo que tiene que ver con la realidad, no se conectan con la realidad ni aquí en los computadores, ni allá afuera conversando con las personas. Supongo que hasta estarán olvidando sus nombres. Probablemente voy a llamearlos, pero no porque no quiera ayudarlos, sino por su suprema alevosía, yo voy a ser el otorgador de sus muertes, eso han decidido.
Para zacatearlos no tendré mucho tiempo y eso me llevará a hacerlos tomar decisiones rápidamente, intentaré ser lo más claro posible. Vivir contra las masas no es fácil, no ha sido fácil, pero quizás eso me da fortaleza. Yo nunca he ciado, y lo único que tengo, que poseo, es mi cerebro, nada más existe. Eso es lo único que uno tiene en realidad; todo puede desaparecer, las propiedades, los vehículos, los instrumentos que uno usa para trabajar o comunicarse con los demás y otros elementos que algunas veces son temporales. En buen uso de la razón, me doy cuenta de que todos estamos sufriendo mucho, hasta en las profundidades de la espina dorsal, y también observo que la gente es renuente para contar sus tristezas. Eso es desolador.
Como prefieren no ser humanos y sí maquinas, no tendré ningún problema al verlos agonizando, no escucharé sus gritos de dolor, no veré sus lágrimas, no pondré atención a sus peticiones, simplemente los dejaré ir. No entiendo por qué si son deshumanizados siguen funcionando dentro de la sociedad, no deberían estar en la sociedad, no deberían tener una cédula que los identifique, no la merecen, deberían quitárselas. Es más, me parece que hasta deberían quitarse los nombres, empiecen a llamarse con simples letras y números, pues no quieren reconocer que vienen de una familia, de una tradición, de una región etc. Sólo les falta ponerse una máscara y salir a las calles así, como terroristas, pues aquí han decidido no tener una foto mostrando sus rostros. Tampoco están interesados en la literatura, no sé cuántos libros han leído, ni de qué autores, quizás no saben ni siquiera qué es un libro. Además de esto, puedo ver que definitivamente no nacieron, es decir, no poseen una historia, es como si estuvieran aquí temporalmente atemporalmente. No les interesa nada del arte. |