El último beso le cubrió los labios
de color.
El último beso viviría en la memoria de las sombras,
como los días que el sol se llevó arrastrando con su puesta.
Nuestros viejos días,
en los que viviríamos sin saberlo
el resto de la vida
disfrazados de aventura nueva.
Llevaba su mueca la mueca insensible
del que baja del cielo a la tierra.
Y el dolor fragante del que asciende
por la escalera de la pasión
donde se esconden los hermosos pecadores
que transitan de lo divino a lo infernal
con cuerpos de monstruos celestes
confundidos de amor.
Texto agregado el 26-11-2015, y leído por 205
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