Unos años han pasado desde que la conocí, compartimos buenos momentos juntos, cada vez que la veía me volvía loco por su belleza. Teníamos una atracción muy fuerte, yo no lo sabia, deje pasar el tiempo y ella se fue de mis manos y no volví a verla. Pero la vida siempre te da revancha y un día la encontré. Era mas bella de lo que la recordaba. Hablamos por horas sin parar, no lo podía creer, nuevamente estaba con ella. La note algo cambiada, no era las misma chica que conocí, ya era una mujer. Esa mujer, esa vieja amiga, me estaba enamorando .

Días después nos volvimos a encontrar, la vi algo mal, no me imaginaba porque, hasta que me pedio que la acompañe a los escalones de aquel edificio y me confeso; que ya no quería a ese hombre, que ya no sentía lo mismo, que era una relación muy estructurada, en la cual se había vuelto mas dura a la fuerza, en ese momento surgió en mi algo ¿amor?, si, me enamore de una vieja amiga. Mientras me hacia esa confesión, lo esperaba a él. El tiempo paso y él no llego, lo que ella justamente quería. Y yo, también esperaba esa ausencia.
Este nuevo amor que se me apareció de la nada, gritaba en silencio “dame una esperanza en tu corazón y olvídate de ese”. Ese mismo día, donde su confesión hizo desatar mi amor. Fuimos a tomar algo a un bar. Estuvimos jugando largo rato al pool acompañados por Silvia, una amiga en común. Sin saber la hora, salimos de ese bar, y yo las acompañe al departamento de Silvia, ya que ella se quedaría a pasar la noche allí. En la puerta del edificio me sorprendí, cuando Silvia me invito a quedarme. Sin dudarlo dije, si.
Esa noche, me acerque un poco mas a su vida. Fue una noche delirante por momentos llego a parecer una orgía, me encontraba ardiendo en llamas de deseo y placer, en medio de tantos gemidos, gritos, risas. La excitación cada vez era mayor con las historias eróticas que contábamos. ¡Ja!... claro que no paso nada. Solo era eso, unas putas historias, los vecinos deben haber pensado cualquier cosa, que me importa. En un momento, una pregunta me acorralo, intente expresar parte de lo que sentía pero avergonzado calle, y seguí una broma que apareció y todo quedo tapado. Era demasiado pronto para decir algo.
Desde aquel día no he dejado de pensar en ella, mi mente colapsa y se pone en blanco cuando la veo. Cuando le decía que me ponía nervioso teniéndola cerca, era verdad. La temperatura de mi cuerpo se elevaba al máximo, mi corazón castigaba latiendo intensamente, no coordinaba mis movimientos, llegue a estar perdido en una nebulosa. Por la mente se me han cruzado muchos “te quiero”.
Luego de un tiempo sin verla, la encontré, seguramente, en el peor lugar donde se puede encontrar la gente, charlamos por largo rato pero no conseguí la respuesta que yo buscaba y se fue, dejándome sin palabras. Me fue muy difícil decirle que la quiero, decirle que no podía sacarla de mis pensamientos. Puede ser que me haya apresurado en decírselo, sabia como eran las cosas, y lo entiendo. Pero no pude resistirme, porque mi corazón lo pedía con deseo. Con el pasar de las palabras vi como la amistad que nos unía iba desapareciendo, hasta que dijo “¡BASTA!”, le pedí que lo conversáramos personalmente y se negó, porque aquel mal lugar, era un chat de internet .

Esos días que pase en el campo, me hicieron pensar mucho y me di cuanta que la sigo amando. Y sepan que no me voy a quedar con los brazos cruzados, porque lo que siento es demasiado fuerte, va mas allá de los sentidos.
Harto de tanto esperar, fui al departamento de Silvia sabiendo que la iba a encontrar. Su actitud hacia mi fue la siempre, la de buenos amigos. Hubo algo que no entendí; parecía que cuando hablaba con su amiga, lo hacia de mi, reconozco que no estaba seguro de eso, puede ser que me sintiera algo perseguido, es que por mi cabeza pasaban muchos pensamientos, diferentes sensaciones, que no podía entender.
En el instante en que agarraba mis cosas para irme, Daniela, otra amiga que estaba ahí presente, le pregunto si seguía de novia ,“no” contesto exaltada. Mi corazón se paro, no lo podía creer, pero Silvia salto diciendo “mentirosa” y ese instante de felicidad se fue volando, como se van las palomas en una plaza cuando se las asusta. Ahora yo me pregunto “¿por qué lo dijo?”, talvez fue para ver mi actitud, o por joderme, o porque era cierto, no lo se.
Ya ha pasado mucho tiempo desde la ultima vez que la vi. Nunca hablamos aquello que un día le dije, pero estoy seguro que si alguno de estos días lo hiciéramos simplemente le volvería a decir TE AMO.

DIEGO VERON
Agosto de 2004
NEPTUNO