Pasa como una ráfaga
de viento impetuoso,
quemando la vista de mis ojos,
haciendo estallar mi corazón.
Me levanto
adolorido de mi cuerpo,
la luz del ser se me apaga,
luz desde dentro a oscuras.
La lujuria es la madre
y el padre de los pecados,
el más pecaminoso desespero
de las almas sufridas.
La encuentro, era piel rubia,
piel de camello,
hago desaparecerla,
la reprendo con toda autoridad,
sigue viva, peleo con ella,
la venceré hasta el final.
¡Déjame en paz lujuria,
te enviaré donde viniste!
Hasta nunca, te maldigo
en nombre de mi Dios,
el Dios de todos, el todopoderoso. |