Los beduinos dejaron a José a las puertas de Egipto con un !!ahí te quedas!! y prosiguieron su camino, este acostumbrado a vivir en una aldea estaba más perdido que un pulpo en un garaje, a punto estuvo de ser atropellado en varias ocasiones por veloces carros, se perdió por sus tortuosas calles, muerto de hambre y de sed hasta caer desfallecido a las puertas de una lujosa mansión, cuando volvió en si, se encontraba sobre una regia cama en compañía de una hermosa señora, excesivamente cariñosa, teniendo en cuenta que no habían sido presentados formalmente (lo primero que pensó es que había muerto y estaba en el cielo) pero no, estaba en casa de Putifar, en la cama de putifar con la mujer de putifar (el nombrecito se las trae…y su mujer se los pone…..) que en ese preciso momento hacia su entrada en la estancia látigo en mano, con el que impartió justicia al uno, a la otra simplemente la insultó gravemente.
El tal Putifar erá un altísimo cargo de la corte y al sentirse vilmente corneado, embistió "contra" José, que acabó con sus huesos en la cárcel, de nada sirvieron los sollozos y lamentos, ni el yo, perdí el sentido, ni el yo, no era consciente…..! eso es lo que dicen todos! (pensó el “cabestro” para si mismo).
Como compañeros de celda tenía al viñatero (señor que tiene viñas y las exprime, como su propio nombre indica) y al panadero del faraón (¡!como serían de malos el vino y el pan!!) y al no tener otra cosa mejor que hacer se dedicaban a contarse los sueños, el viñatero henchido de emoción, contaba que estaba en una viña (que novedad!) y portaba sobre su cabeza una cesta repleta del fruto de la vid y en esto... se acercaron 7 cuervos negros que dieron cuenta de ella en pocos segundos y para postre le arrancaron los ojos (no hay que ser un lince para presagiar que bueno, bueno no es)…..el panadero contó otra chorrada similar pero con trigo, sin aves y sin ojos, total que el buen José que tenía la manía de interpretar los sueños propios y ajenos (no había escarmentado), se le ocurrió la genial idea de oficiar de adivino y dirigiéndose al viñatero sentenció: “ te quedan siete días de vida, al cabo de los cuales el faraón ordenará que te corten la cabeza”, cuando el pobre hombre escuchò esta "amenaza" de muerte, se lanzò al cuello de José presa de un ataque de pánico…no os digo más que...tuvieron que intervenir los guardias para separarlos, una vez "tranquilizados", el látigo del guardia poseía efectos sedantes, el panadero que era muy cotilla, preguntó a José en un susurro…y de lo mío que hay? el adivino se limitó a guiñarle un ojo, hecho que tranquilizo notablemente a su interlocutor.
Cuando pasaron los siete días, los guardias (que estaban al tanto de todo) entraron con rostro compungido en la celda y se llevaron al viñatero, comentando entre ellos “que forma más tonta de perder la cabeza”. (continuará)
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