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Giro la nuez del revolver y apoyo el cañón en mi sien. Si sale la bala, dará lo mismo, será un grandilocuente chiste que hará trizas mi cabeza, ensangrentará las paredes, los demás se quedarán un segundo mudos y después, claro, después el acabose. Aprieto pues el gatillo y…nada. Bueno, sucede que los concurrentes respiran aliviados pero eso no dura mucho ya que una vez más hago girar la nuez y sonrío complacido de ser el causante de esa mórbida atmósfera que se extenderá hasta que el estampido dé en su infalible blanco, porque de una cosa pueden estar todos seguros: de aquí no salgo vivo esta noche. Cierro los ojos y pongo una vez más el cañón en mi sien, espero algunas décimas de segundo sólo para contemplar sus hipocritones rostros de espanto que ponen todos, cuando estoy completamente seguro que darían lo que tuvieran por ser testigos de un hecho tan singular como cruento. Para darles en el gusto a esa manga de estúpidos, aprieto el gatillo y…nada otra vez. Aunque disimulen, capto ese ligero gesto de desencanto que se manifiesta en un milimétrico rictus en sus labios tensos, en un parpadeo demás, en un abrir y cerrar de manos que no pueden ocultar la impotencia por no poder dirigir los mecanismos de esa arma y acelerar rotundamente el proceso. Pues bien, he prometido ser un cadáver ensangrentado y no los voy a defraudar. Los teléfonos están descolgados, las puertas atrancadas, nadie ni nada impedirá que esta noche se consume un acto horroroso que traerá tranquilidad a mi espíritu y satisfacción para sus mentes ávidas de sorpresa. Una vez más la nuez gira sobre su centro, de nuevo la ceremonia de aprensar el frío cañón sobre mi pálida sien, otra vez los rostros expectantes, el minuto sibilino que galopa sobre las esferas del miedo. El gatillo que se retrae para después devolverse veloz tratando de pellizcar aquel proyectil que será involuntario verdugo y personaje principal en esta trama. Nada. El artificio nuevamente funciona en blanco, trago una saliva espesa y me recondeno por pertenecer aún al mundo de los vivos, esa especie carnívora que lo fagocita todo, incluso mis simples anhelos de perpetuarme en la nada con un orificio escarlata en mi sien izquierda, estrella roja que relumbrará en la eternidad de los cielos no asumidos. Pero, vamos, no se me queden dormidos, murmuro a esa pléyade de personajes impíos que atisban en mis ojos para saciarse siquiera de mi propio horror. Esta es la definitiva. Estoy seguro de ello por eso de la ley de las probabilidades, por mi intuición que me dice que en breves segundos ya no perteneceré al mundo vociferante para reencarnarme en un mutante ávido de silencio y olvido. La misma mise en scene, la nuez que orbita sobre su propio eje para depositar la fatalidad o el vacío que luego catapultará ese gatillo inflexible, rompiendo expectativas con su rimbombante eco o suspendiendo los latidos de esa masa ignorante que sólo desea que esto acabe luego. Una vez más, el ingenio mecánico propulsa sólo puntos suspensivos que engalanan la pavorosa escena como luctuosas hormigas negras. El hastío acomete y se infiltra en esas mandíbulas que se separan en un desgarrador bostezo. Manifestación indecorosa para un primer actor que representará una obra inédita y que espera ojos alertas, mentes bullendo, murmullos asomados en las bocas expectantes. Mi dedo índice buscará por postrera vez el martirologio que deseo con fruición, pero en cierta medida, tampoco es mi anhelo que se me recuerde con acentos épicos. Este es sólo un endemoniado juego, una apuesta con las probabilidades, un empate con la fatalidad. No busco prosélitos ni leyendas imprecisas. Pulso esta vez con determinación el gatillo y entrecierro los ojos. Nada.

Han transcurrido mil horas de secuestro de intereses. Cañón a la sien, gatillo en acción. Polvo de ilusiones esparciéndose sobre el fracaso. Seres mustios y ojerosos que ahora cultivan el escepticismo. Ya no creen en nada y cada vez que intento mi huida, ellos agachan sus testas oscuras porque sospechan que ni mi adiós podrá recuperarlos y brindarles sus propias fugas…










Texto agregado el 08-09-2004, y leído por 306 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
09-09-2004 bueeeeenoooo! placebo
09-09-2004 !PUM! rodrigo
08-09-2004 sugerente. excelente radacción, descenlace... nosé... todo! me gustó y atrapó desde el principio hasta el fin. me gusta como escribís. mis saludos alto_vuelo
 
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