La coherencia se pierde cuando el tiempo parece no tener sentido
los minutos pasan sin significación alguna
me río de ellos por no llorarlos;
¿y acaso importa que se vayan así, sin más?
quizá debería buscarles un camino para que no se pierdan,
para que no pasen por la vida invalidados.

¿Será todo cuestión de ganas, esperanzas y optimismo?
busco en lo más hondo de mi ser
encuentro vestigios de ellos maltratados
y el espejo me sorprende con los ojos cansados
malgastados de tristeza, adictos de sueños
con un hilo de luz que los impulsa a seguir el horizonte.

Y el camino continúa aún cuando parece haber desaparecido
nada se esfuma con la magia,
todo queda en algún lugar
allí donde las cosas parecen nunca acabar
y los sueños son proyectos de la vida,
aún cuando el dormir nos lleva a morir un poco.

La fuga de inconciencia nos transporta
hacia otro universo distante y locamente real,
donde se fusiona lo ilógico y conciente,
donde lo abstracto busca cimentarse en lo concreto;
y allí cuando se abren los ojos
comienza la búsqueda angustiante de la irracionalidad.

¿Y es que acaso no se puede volar con los pies sobre la tierra?
¿acaso nuestro vuelo no es la armonía que emana el alma
cuando se encuentra en la tierra con el paraíso?
y el volar entre la gente, entre aguas o entre nubes
¿no ha de ser maravilloso cuándo no hay nada más que felicidad?
¡y pensar que podemos ser ángeles en medio del infierno!.

El tiempo puede volver a contar sentido
las alas escriben en el aire
y lo difuso de un vuelo atolondrado
se vuelve ley en el mundo donde la vida prevalece,
donde las palabras cortas son suspiros de lo pleno
allí donde la tierra se convierte en el Edén.

Y es aquél espacio vergélico el que deseo compartir
con aquellas almas nobles que se cruzan sin mirar,
distraídas entre masas anónimas
desposeídas de firmeza bajo sus pies,
volando como yo en la inmensidad de la nada
en la plenitud del todo, embelesadas de simplezas.