Hola, lo que voy a contarles es algo que me ha llenado de incertidumbre. Yo, como buen macho mexicano, siempre he pensado que los representantes del sexo masculino somos los reyes de la creación. Que debemos proteger a las mujeres por su debilidad. Sin embargo algo que me contó mi primo en relación a su noche de bodas, me ha puesto a pensar.
Mi primo y su mujercita en la noche de bodas cumplieron cumplidamente. A la flamante novia le gustó bastante el himeneo, y le pidió a mi primo, su maridito, que repitiera la sabrosa unión, y luego otra vez, y enseguida otra, y otra más, de modo que mi pariente, el exhausto galán, quedó tendido en posición supina —o sea de espaldas— sobre el lecho, desfallecido, laso, consumido, sin fuerzas ni siquiera para pedir confesión.
La recién casada tomó el teléfono y llamó a su mamá. Le dijo con orgullo:
—¡Mami! ¡Acabo de descubrir que las mujeres no somos el sexo débil!
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