Tengo un primo, es contratista en procesos de enfierradura. Yo soy constructor. El destino nos hizo encontramos en una obra, fui su capataz. La dupla perfecta.
Un día viernes salimos con los bolsillos cargados de plata. Nos fuimos de parranda. Como a las cinco de la madrugada llegamos a una casa de señoritas. Llegamos muy tarde. Solo había dos mujerzuelas no muy agraciadas. Mi primo, como era el jefe, se quedo con la más cautivadora. A mi no me gusto lo que vi y no quise pagar el revolcón. Me hice el desentendido y me fui a la calle.
Estaba amaneciendo, la aurora lentamente dejaba ver los feos rostros de los pocos transeúntes que caminaban por el lugar, la noche estaba muriendo. Me subí al auto, esperando que mi jefe saliera de lo suyo. De pronto miro hacia la esquina y veo una muchacha. Alta, cabellos negros, cuyos bucles caían como un torrente de luz y sombra sobre su esbelta cadera. Unos ojazos, que parecían iluminar todo en rededor suyo. Me baje del automóvil y camine hacia ella. En el momento en que me le aproximaba, aparecen cuatro mozalbetes corriendo hacia mí, con perversas intenciones. Emprendí carrera inmediatamente hacia el auto gritando desesperadamente. Lo hacia con toda el alma, para que me escucharan dentro de la casa: -me van a colgar!!!! . me van a colgar!!!!Me pillaron. No tuve más remedio que enfrentarlos a patadas y golpes de puño, mientras luchaba alejándolos de mis bolsillos. Parecían unas pirañas. De pronto veo salir a mi primo sin camisa ni zapatos. Inmediatamente le grito: - saca las pistolas del auto!!!. No teníamos nada. Rindió fruto mi ardid. Los pungas imberbes se asustaron y corrieron. Nosotros nos subimos al auto, a la manera de los policías de las películas gringas y salimos tras ellos. Les seguimos lo suficiente para asustarlos. Ya mas tranquilos, nos devolvimos a la mentada casa a buscar las pertenencias de quien me salvo. Cuando llegamos, estaba cerrado. Mi primo descalzo, torso desnudo, solamente con pantalones, a las seis de la madrugada, en pleno centro de la capital.
Empezamos a gritar y hacer barullo en la puerta de la casa. Golpeábamos con brío para que nos sintieran. No salía nadie. A lo lejos se escuchaba música. Seguimos insistiendo y nos acordamos que teníamos unas herramientas para doblar fierro en nuestro auto. Se nos ocurrió ocuparlas. Las sacamos y empezamos a dar de golpes a los candados de la reja de la casa. Seguían sin atendernos. Desde una casa contigua salió una mujer y nos dijo: -Chiquillos váyanse, vienen los pacos. Le contamos nuestra desventura y nos dijo: - vengan más tarde, no se preocupen. Lo que enfureció a mi primo, que parecía “Tarzán de los monos”. No podía llegar a su casa de madrugada y semidesnudo. La mujer explico que la gente que trabajaba ahí no vivía en el lugar, y no abrían hasta la tardé, sin embargo, que no nos preocupáramos por los zapatos de cocodrilo de Tarzán. Nos suplicaba que por favor nos fuésemos.
Domingo. De madrugada. En la calle y un con mi jefazo casi empelota, no me quedo más remedio que llevarlo a mi casa. Mi hermano, que es un poco más fornido que yo, le presto ropa. Y seguimos de parranda en un bar clandestino, esos que abundan en por mi barrio, haciendo la hora para ir a recoger las pertenencias de mi primito. Fuimos a la casa. Se encontraba todo y además con las mujerzuelas mas frescas, lindas y lozanas. Una recompensa bien merecida para papá mono!!!!
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