Hoy te llame y roge que volvieras y
Tú como siempre inventaste excusas.
Intente avisarte que estaba desesperado camino a tu casa
Hablaste sin parar y luego cortaste.
Tu hermana que es muy amiga mía me confirmo sin que lo sepas que estabas en tu departamento
Te llame otra vez para avisarte que a tu casa iba, antes pregunto: donde estas
Tu muy fresca y sin remordimiento, que estas lejos, que tienes que hacer, que te demoraras hasta medio día.
Y yo que muero por ti terco corro a tu departamento
Imagino inocentemente, que tienes que dormir, que necesitas tu espacio
Pero yo que también necesito estar a tu lado, excusado en mí impulso, acelero mis pasos.
En el camino sospecho de ambas versiones, alguna tiene que estar mintiendo, ¿Por qué?, ahora camino en zancadas.
Ya frente al edificio el corazón mece mi andar, tengo menos control de mi respirar.
Voy por las escaleras, el ascensor está en el 10 piso.
Cansado, y sin aire frente en tu piso frente a tu puerta se escucha que hablas con alguien.
Los departamentos de Lima no son nada discretos, escucho, descifro las palabras tenues, entiendo, me duele el pecho, algo quiere salir, parece que escucho tambores dentro de mí.
En medio del prologando silencio se escuchó un grito, no… más bien un jadeo, luego un gemido grave de alguien más.
Silencio, ahora se escucha “splash, splash, splash…” y tu gritas, es tu voz, puta de mierda, tu tono de placer enajenante, jadeas sin cesar.
Perplejo, con un oído pegado a la puerta, muy excitado, y con una cólera cada vez más creciente, determino por interrumpirte con una llamada.
Tu teléfono está apagado.
Busco un palo o algo para cuando abras la puerta, voy a tocar y te voy a dar una sorpresa, entre tus gemidos cada vez más fuertes encuentro un martillo en el pasadizo vecino.
Voy y te toco la puerta. Silencio. Después de 10 minutos, mientras sigo tocando, se escucha ¿quién?, quedo callado, abres la puerta y no eras tú… era tu hermana. Me ve y se ríe.
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