Soy un hombre de recuerdos amados, no me interesa recordar aquello que no me brinda calor, no me interesa recordar números, no me interesa recordar la muerte, siquiera la vida me interesa, pero más lo que hay en ella, y en ella hay un arrebol rojo que conocí después de un atardecer, pero pareciera que la noche se lo quiere llevar, no quiero que la luna y su oscura acompañante me despidan del recuerdo, pero quizás es que soy un hombre de demasiados recuerdos y me he limitado a vivir en ellos.
Recuerdo cuando te vi por primera vez y casi me tropiezo con una piedra, para suerte mía no me avergoncé; recuerdo cuando te saludé por primera vez y tú me ignoraste por no conocerme, en ese momento ya estaba avergonzado; recuerdo cuando te hablé por detrás de una foto y me dirigiste la palabra, estaba demasiado avergonzado por tomar riesgos, tenía miedo de tu altura; recuerdo cuando nos vimos de frente y pude ver tu vuelo, arrebol, y de paso te robé un beso y la vergüenza desapareció de repente.
¿te acuerdas, arrebol, cuando estuve adentro tuyo, volando junto a ti, por primera vez?, ¿recuerdas arrebol nuestras primeras aventuras?, yo las recuerdo todas, y podría hacer historia como historiador y escribir tales sucesos, pues vivo del recuerdo, quizás demasiado.
Vivo del recuerdo y me he olvidado de traerlo a la vida, he dejado de lado al arrebol, miré hacia el otro lado esperando que el arrebol me acompañara, pero cuando me di vuelta estaba oscureciendo y la luna, amenazante, te llevaba en la oscuridad. Soy un hombre que vivió en los recuerdos.
Dame la oportunidad, arrebol, de conocerte en un nuevo atardecer, dame la oportunidad de traer los recuerdos que descuidé, dame la oportunidad de regalarte una flor denuevo, dame la oportunidad de estar adentro tuyo denuevo, dame la oportunidad de dedicarte poemas denuevo, dame la oportunidad de amarte denuevo… ¿será mucho pedir?, quizás si, dímelo tú arrebol.
¡se supone que tu eres la que llueve, no yo!, ¡después de todo tu eres una nube!, ¡libre!, en cambio acá estoy en la lluvia adentro de mi habitación, en la oscuridad de la noche, donde incluso la luna me abandonó.
El hambre me abandonó, la ira me abandonó, todo me abandonó y tengo miedo, tengo miedo por mi vida cuando el arrebol no vuelva. Ahora soy una vergüenza.
Déjame vivir denuevo, sentarme en mi banca de atardeceres en la plaza mientas te cuento historias desde lo bajo a lo alto. Déjame engañarte con poemas, porque todos los poetas mentimos de alguna manera, ocupamos palabras más complejas para mentirle al espíritu que siente algo que no puede ser dicho, déjame ser un poeta, mentiroso como cualquiera, contigo denuevo, déjame encantarte denuevo.
Si debo permanecer en mi banca toda la noche lo haré solo para esperarte, de todas formas si no vuelves tú no creo que vuelvan las tardes, porque no existen tardes sin arreboles, ni tardes sin día, solo noche.
Te esperaré aquí, arrebol, lloviendo yo en mi banca, mientras recuerdo tus lunares.
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