Luzbel Mefistófeles (El diablo)
En contra de lo que muchos creen, los demonios y me refiero a los demonios subalternos no a Satanás su máximo dirigente, habitan desde siempre entre nosotros y forman familias muy parecidas a las nuestras que pasan totalmente desapercibidas, solo atentas a su oscura misión.
Conviven y participan de nuestras costumbres ocultando su diabólica condición, sembrando el mal sin ningún obstáculo y sin descanso.
El demonio del que hablo Luzbel (Luisito para la gente), vivía con sus padres los señores Mefistófeles (conocidos como los Pérez), en un pequeño chalet adosado en las afueras de nuestra ciudad y como otros muchos demonios eran maestros del disimulo, incluso eran respetados por sus vecinos, que no podían sospechar cual era su verdadero trabajo y la razón por la que allí vivían.
Aunque Luzbel ya apuntaba muy buenas maneras como su madre decía, aun era un crio que no se permitía grandes fechorías, se limitaba a no estudiar, a hacer pequeñas travesuras, a copiar en los exámenes del colegio, a insultar y pegar a sus compañeros, a levantar las faldas a sus compañeras, a meter tizas en los bocadillos de los que se descuidaban y a poner motes ridiculizando a sus profesores, vamos todavía nada del otro mundo.
Otra cosa muy distinta era su familia, su padre, don Belcebú (Luis para la gente) era un maestro de la maldad, trabajaba en una compañía de viajes un lugar ideal para poder engañar y maltratar a los pobres inocentes que acudían a su agencia, vendiéndoles sin piedad hoteles asquerosos que siempre estaban muy lejos del centro de la ciudad que hubieran solicitado, colocándoles viajes en compañías de aviones engañosas que salían y llegaban siempre a horas absurdas y que no incluían la mayoría de los servicios, comunicándoles anulaciones y cambios de horarios en el último momento para que no pudieran reaccionar, convenciéndoles para que compraran seguros de viajes fraudulentos que luego no servían para nada, haciéndoles ofertas de paquetes con pensión completa que luego casi mataban de hambre a los pobres viajeros, en fin que era un campeón de la mentira, capaz de sembrar la frustración, el descontento, la ira, la violencia y la decepción a todos los que caían en sus manos.
Sus superiores en el inframundo estaban contentísimos con él y apreciaban enormemente la capacidad que tenia de hacer infeliz a cualquiera que se le acercara.
Su mujer Luciferina (Josefina para los vecinos) no se quedaba atrás en lo de ser mala persona aunque sus habilidades eran distintas, como se dedicaba a sus labores pasaba mucho tiempo en su hogar, por lo que se había especializado en amargar la vida a sus vecinos, criticando y malmetiendo a unos contra otros, levantando falsos testimonios del primero que pillaba, sembrando la duda entre parejas, mintiendo y acusando a todo el mundo sobre todo de asuntos escabrosos, poniendo siempre la televisión a tope a las horas que sabia estaban descansando, cocinando siempre con la ventana abierta sardinas y cosas parecidas que llenaba el barrio de olores nauseabundos y lo que es aun peor no reciclando ni papeles ni botellas ni nada de nada, en definitiva era una verdadera víbora, que con sus artes conseguía que nadie fuera feliz a su alrededor y que medio barrio odiara al otro medio, cumpliendo con creces su misión de sembrar el mal.
Con estos progenitores era de esperar un futuro brillante de perversidad y vileza para Luzbelito, como su madre cariñosamente le llamaba, pero el futuro había que construirlo y no descuidar ningún detalle en su educación, de manera que en cuanto llego a la adolescencia, se esforzaron para que su niño tuviera las peores influencias posibles y acuñara los más bajos sentimientos, no escatimando ningún esfuerzo para que realmente fuera en el futuro un adulto odioso, maligno y perverso.
Le pagaron caros profesores seleccionados entre los más renombrados demonios de su comunidad para que le inculcaran las más abyectas e inmorales ideas, cuidando que nunca le faltaran lecturas formativas que le sirvieran de ejemplo en el futuro como “Sunma demoniaca” “Tratados de demonología” “Satán y las brujas” “Abaddon el ángel exterminador” “Ángeles y demonios” y otras muchas que fueron moldeando adecuadamente su carácter, incluso se permitieron enviarle a realizar un “master” a Transilvania a un colegio especializado en temas de sangre.
Y su esfuerzo no fue vano, consiguieron que fuera un verdadero villano, sin sentimientos, sin moral y sin principios, que odiaba a los hombres y que estaba dispuesto a lo que fuera para hacerles infelices.
Luzbel enseguida tuvo muy claro donde desarrollaría sus cualidades, desprecio trabajar con su padre como le sugería, eligiendo una profesión ideal para realizar su misión, sería político.
Se afilio a un importante partido, a uno de los grandes y comenzó una imparable escalada hacia la cumbre a la que llego sin esfuerzo, pisoteando, hundiendo, anulando a todo el que le hacía sombra y pactando con quien fuera necesario para conseguir su objetivo.
Al poco tiempo ocupaba un puesto de altísima responsabilidad desde el que sin problemas y sin descanso se dedico a corromper, a robar, a engañar, a humillar, a mentir y a malversar con verdadera maestría, arruinando a miles de personas, desilusionado a otras muchas y llevando al borde del suicidio a las más débiles, pero siempre sin remordimientos y sobre todo sin descanso.
Desde su privilegiada posición genero dolor, angustias, inquietudes, ansiedades, congojas, desgracias y locuras como su padre nunca había podido soñar desde su agencia de viaje.
Y lo bueno del caso es que a pesar de sus artimañas, consiguió perdurar y aun perdura en su puesto, nadie se atreve con él, se ha convertido en un intocable, unos por miedo, otros por debilidad y muchos por interés y ahí sigue, sembrando la miseria y la ruina hasta ni se sabe cuándo.
En otra ocasión les diré cuales son las siglas de su partido.
Fernando Mateo Octubre 2015
|