Pthan’nah -según lo que observé entre sueños- es creador de una raza genetista y eugenista del universo, en la galaxia lenticular Messier 86, para ser precisos. Pthan’nah debe su existencia a un dios primigenio, el cual no mencionaré por nombre, lo llamaré, el Primigenio. Entonces, la historia dice que Pthan’nah era fiel servidor de el Primigenio, quien tenía súbditos a lo largo de la M86, que estaban dispuestos a cualquier cosa, con tal de obtener la gracia de su “creador”. Este Primigenio, gobernaba todo aspecto de la galaxia, todo lo que sucedía dentro de ésta, él debía saberlo. Nada estaba fuera de sus manos, puesto tenía un secreto, que muchos de sus leales ignoraban, había encontrado la forma de estar en distintos lugares en un tiempo tan corto, que podría recorrer su galaxia en segundos. Su secreto consistía en dejar su cuerpo (materia) inerte, después trascender a lo espiritual (inmaterial) y de esa forma pasar de un plano físico a uno no-físico -aunque este ser no-físico, creaba al físico, pero sin dejar de ser no-físico claro está-. Era tan sencillo, que muchos aún lo ignoran. Pero surge en mí la duda de, ¿cómo un ser tan “desespiritualizado” y corrupto puede tener acceso al espíritu, éste acaso no discrimina a su creación (el Primigenio)? Sea como fuese, El Primigenio era considerado un dios entre mortales –aunque todos de alguna manera lo eran-, tanto, que cada año lenticular, se hacían sacrificios en su nombre; además, aquí entraba otro simbolismo en el mundo de los habitantes de M86. Al parecer, cuando el sujeto –sacrificio- moría, su parte inmaterial quedaba suspendida y -por irónico que suene- sin lugar a donde ir. El Primigenio, al tener el poder de sentir con la inmaterialidad, podía literalmente absorber la energía –el espíritu- del sacrificado. Haciendo a su espíritu más… no estoy seguro, de hecho. Se me hace extraño aún, tratar de comprender para qué un espíritu inmortal y poderoso necesitaría contener más energía aún. Es para mí demasiado extraño.

En cuanto al papel que Pthan’nah desempeña en esta historia, bueno, hubo un momento en que Pthan’nah, al ser de los más fieles servidores de El Primigenio, logró darse cuenta del secreto con el que contaba éste. Al descubrirlo, hubieron dos reacciones en él: la primera fue que él podría hacer lo mismo y, por ende, ser un dios –por así decirlo-. Y en segunda: que un odio y resentimiento invadió su profundo ser y quiso dejar al descubierto al Primigenio ante sus fieles, para hacerles ver que era como cualquier otro, sólo que con un secreto bien guardado. Su poder residía en cualquier otro –podría ponerlo con esas palabras-. Aunque Pthan’nah fue lo bastante astuto para esperar el momento adecuado para su tan planeada venganza. Primero, practicó el secreto del Primigenio, hasta perfeccionarlo. Entonces, llegó un día en que, sin más, se enfrentó al Primigenio, en una batalla memorable para los residentes de M86. La llaman: “El final de los días conocidos”. Y tiene sentido, puesto que Pthan’nah fue –por así ponerlo- un revolucionario de Messier 86, al pelear con su conocido y temido dios y, aún más, vencerlo frente a todos sus fieles, demostrando su no omnipotencia ante estos. Se dice que Pthan’nah arrancó su cabeza y la clavó sobre algo parecido a un bastón, algo como un báculo, que sigue portando, hasta donde sé. Además, el espíritu del Primigenio fue absorbido, así como éste hacía con sus sacrificios.