Inicio / Cuenteros Locales / CJVR / Camila (VII)
El maestro Lennon salió de su casa con una bufanda. Hacía frío esa tarde. No quería salir, pero había recibido una nota urgente de su abogado defensor hace dos días para que lo viera en la calle Winston. No sabía para qué, solo que era urgente. Metió sus manos en los bolsillos y se dirigió al lugar citado. Cuando iba a cruzar la calle notó en la otra acera a un hombre vestido con una chaqueta gris y unos lentes oscuros. En sus manos tenía puestos unos guantes que, según él, eran para protegerse del frío. En su cabeza llevaba un sombrero también gris. El semáforo dio luz verde para peatones y el maestro Lennon siguió su camino. Después de un rato por fin llegó a la mencionada calle. Sacó la nota y la leyó.
-A ver… -leyó la nota- calle Winston… casa #100.
Empezó a buscar esa casa. Luego de caminar un tiempo llegó a un callejón sucio y olvidado. Había dos botes de basura rebalsando totalmente. Las moscas volaban en todas direcciones. Unos perros rompían algunas bolsas de basura buscando que comer. Empezó a avanzar por el callejón. Unos cartones estaban esparcidos al lado de los botes de basura en forma de cama. Seguramente le pertenecían a un alcohólico o a un vagabundo. En el final del callejón había una casa: la #100. Estaba hecha de ladrillos, sin pintar, muy deteriorados. Además las ventanas estaban selladas con tablones de madera. Nadie podía vivir en ese lugar.
-Que extraño –pensó el maestro Lennon-, ¿me habré equivocado de sitio?
-Hola señor Lennon –dijo una voz. El maestro Lennon se volteó a mirar. Era el hombre de chaqueta gris que había visto hace rato.
-¿Recibió mi nota? –continuó diciendo el hombre de gris mientras se acercaba al maestro Lennon.
-Espera un momento, tú no eres mi abogado defensor –dijo el maestro Lennon evadiendo la pregunta. El hombre de gris se rió.
-No, no claro que no.
-¿Y por qué me trajo aquí? –preguntó el maestro Lennon un poco preocupado.
-Hay ciertas cosas pendientes entre nosotros dos señor Lennon.
-¿Cosas? ¡Ni siquiera te conozco!
-¿En serio?
El hombre se quitó sus gafas. El maestro Lennon retrocedió hasta la puerta de la casa.
-Soy el padre de la hija que violaste.
-Pe-pero yo no la violé. ¡E-ella quiso acostarse conmigo! –dijo el maestro Lennon entre cortado.
-Porque la amenazaste con dejarle el año.
-Pe-pero eso no quita el hecho que e-ella…
-¿Y sabes que es lo peor? –Interrumpió el padre de Camila- aunque ella se acostó contigo igual se lo reprobaste.
-O-oye yo-yo…
-¡Silencio! –Exclamó el padre de Camila golpeando al maestro Lennon en el rostro- me das asco Matt. Los hombres que hacen eso como tú no deberían de llamarse hombres. Es más… -sacó su arma-, ni siquiera deberían de existir.
El maestro se arrodilló ante el padre de Camila, mientras este le apuntaba al pecho.
-¡No por favor, no me mates! –rogaba el maestro Lennon-, e-escucha, ¿Qué tal si le apruebo el año a Camila, vale? ¿Eso estaría bien?
-Ya es muy tarde para eso –el padre de Camila le quitó el seguro a su arma.
-¡No por favor! –Lloraba el maestro Lennon- ¡tengo una esposa y cinco hijos que alimentar!
-Eso lo hubieras pensado antes de violar a mi hija.
El padre miró al maestro Lennon directo a los ojos. ¡Pum! ¡Pum! ¡Pum! Los perros aullaron. El cuerpo del maestro Lennon cayó desplomado al suelo. Tres disparos atravesaron su pecho. El padre lo miró fríamente.
-Dónde está tu honor basura. Eres una vergüenza para la sociedad y no mereces respeto.
El padre de Camila tiró su arma a un lado del cuerpo muerto del maestro Lennon y regresó a su casa. Al llegar, quemó los guantes que traía puestos y la ceniza que salió la puso en una maceta con una planta. |
Texto agregado el 13-11-2015, y leído por 93
visitantes. (1 voto)
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Lectores Opinan |
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13-11-2015 |
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Muy bieeen, solo espero que al papá de Camila no lo descubran por el mensaje que dejó como evidencia en el bolsillo del maestro 5* Genial me gustó mucho. bishujoo |
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