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Inicio / Cuenteros Locales / heraclitus / Problemas económicos en el matrimonio

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Les pido una disculpa a mis escasos pero escogidos lectores por la extensión tan larga del título de mi narración, pero sírvame de disculpa que mi caletre no dio para más.

Lo que voy a relatar es una verdadera historia de amor, así que absténganse los que desean algo de humor negro. Todo empezó cuando conocí a mi media naranja.

En una fiesta de primera comunión (cosa rara, se efectuaba de noche por lo que más que fiesta de niños por fortuna era de adultos), yo que soy hombre proclive a la concupiscencia de la carne conocí a una linda chica llamada Petronila (ahora mi esposa). La cortejé discretamente —eso significa que después de la segunda copa le musité al oído: “¿Jalas?”—, y luego le pedí que me recibiera en su departamento. Ella, con la misma elegante discreción, respondió: “Vamos”.
Llegados al edificio donde vivía el futuro amor de mi vida, me dijo con inocencia para apagar un poco mi lubricidad:
—Deberás esperar un poco aquí afuera. Te indicaré cuando puedes entrar.
Desde luego lo anterior para nada me gustó: la noche era oscura; hacía un frío tremendo; caía una lluvia helada y soplaba un viento que lo congelaba todo (esto último fue lo que más me preocupó, pues disminuía mi brío donde se imaginan). Después de media hora Petronila asomó por la ventana y me dijo:
—Ahora puedes entrar.
Ya en el cálido y acogedor departamento, yo, corrí el mejor de los caminos, montado en potra de nácar, etcétera (1) (no todo se había congelado). Terminado el gratísimo trance de lujuria le pregunté a mi bella odalisca:
—¿Por qué, si íbamos a hacer esto, me pediste esperar afuera bajo la lluvia, con ese frío espantoso y soplando el helado viento que soplaba?
Después de estirar su cuerpo como gata satisfecha, con su característica inocencia me explicó ella:
—Porque no quería que fueras a pensar que soy una chica fácil.
Díganme ustedes si no era para casarse de inmediato con esta mujer llena de gracia y discreción.

Ahora bien yo que estoy peleado con el trabajo, ¿Por qué en nuestro matrimonio tenemos en la casa un grave problema de mantenimiento?
Voy a satisfacer la curiosidad que se ha despertado en ustedes contestando la pregunta que les viene a la mente: ¿En qué consiste el problema de mantenimiento?
La respuesta es sencilla y triste: Mi suegro no nos quiere mantener.

1. García Lorca, Federico (poeta español). La casada infiel.

Texto agregado el 12-11-2015, y leído por 240 visitantes. (12 votos)


Lectores Opinan
15-11-2015 Ja ja ja, que bárbaro hermano, se me salieron las lagrimitas por la risa, y al último.. Condenado viejo. Cinco aullidos yar
14-11-2015 Uhmmmm. Pobre Heraclitus. Abrazos eternos. SOFIAMA
14-11-2015 Tu narrativa es fluída y cautivante, la historia, creativa (espero que no sea real, jajaja) Un placer leerte. Un abrazo. gsap
13-11-2015 Por lo menos saliste bien parado en la prueba de fuego!! Jajaja! Clorinda
13-11-2015 Con suegros así, pfufff. Bueno, tal vez mas adelante haya mejor suerte, por ejemplo una herencia???. jdp
13-11-2015 ¿Fue una prueba de fuego;o de hielo?.Me encantó tu historia.UN ABRAZO. GAFER
12-11-2015 Muy buena y divertida historia. Felicidades. ***** Terryloki
12-11-2015 Muy buena narración. Un abrazo de suegro. kharey
12-11-2015 Hay suegros de lo màs desalmados, Ni que le estuvieses pidiendo la luna!! Cuentas con todo mi apoyo (excepto económico) Mi suegro pertenece al "mismo club" que el tuyo. jajajajaja, muy agradable relato. elisatab
12-11-2015 Mi pobre y sufrido heraclitus, eso sí es que es mala suerte, caramba! Por suerte es notoria la pureza y castidad infinita de Petronila, pero con ese suegro! ufff, no sé cómo lo aguantás. :)) MujerDiosa
 
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