No podría asegurar cuántos humanos hay en La Tierra, no sé nada acerca de ellos, tampoco sé qué creen, si es que creen en algo; no sé nada acerca de ellos pero al mismo tiempo lo sé todo. Detrás de cada rostro, cada mirada, se esconde algo terriblemente macabro, y es el deseo de sobrevivir aún por encima de los derechos humanos de los demás. Tristemente no podemos aseverar que existen derechos humanos, cuando ni siquiera podemos asegurar que nacimos, muchos nacen y mueren sin tener un documento que acredita que nacieron, que pasaron por el globo terráqueo.
Algunos también mueren y no son enterrados formalmente, mueren y se entierran en fosas, los depositan en caños y en otros sitios no diseñados para tal fin. Muchos cuerpos de desaparecidos no se encuentran en el futuro y así muchas familias sufren a causa de esto. Las masas siguen su instinto natural básico y se dedican al sexo sin tener la capacidad de visualizar su naturaleza completamente, y por eso hacen parte de las masas, por no tener la lucidez para ver globalmente sus existencias. Dizque disfrutan sus vidas, dizque pasaron por el mundo. Nunca disfrutaron, y no pasaron por La Tierra, los obligaron a pasar impávidos inmisericordemente.
Al pasar los años, al recopilar la historia, nos damos cuenta de esto y esto produce una secesión, pues no todos están preparados para ver totalmente la naturaleza humana. En el espacio celestial habita la gran nada, y lo mismo habita la corteza terrestre, pues más allá de unos seres diminutos llamados humanos que circulan sin detenerse por toda la Tierra, no hay nada sobrenatural en toda nuestra esfera. Asociar lo diabólico con la muerte ha sido un error garrafal de nuestra especie, pues la justicia queda relegada a un segundo plano. Para entender la justicia es necesario que veamos los derechos humanos, que los respetemos y que se entienda que son lo básico que los padres deben dar a los hijos. Nunca debimos existir, sólo fue un error de la naturaleza, y todos nos cuestionamos cuándo acabará la soledad de la humanidad, la soledad de no tener consuelo para todas las frustraciones, unas que diseñamos por la demente actitud que tenemos hacia el sexo.
El mundo entero escucha un silencio cuando intentamos acoger una idea global que favorezca a toda la especie, pues nadie puede ni siquiera pensar en la intensidad del dolor que significa morir. Con palabrería mucha gente es maravillada, pero así todos se encuentran destinados a vivir en niveles muy altos de mediocridad. Las masas son pecaminosas, delincuentes, ciegas, hipócritas, farsantes, inmisericordes, desalmadas, depredadoras etc. Su destino está casi escrito, no las perdonaré. Las masas escogen ser desinteresadas de su realidad entera, eligen eso, y así viven toda su trayectoria por el globo terráqueo, sin poder ayudar a alguien de verdad. No ayudan a nadie en realidad, sólo quieren saciarse a sí mismas; sólo fingen que ayudan a sus demás congéneres. Estas personas habitan mi planeta y no pienso perdonarlas, no soporto sus burlas. |