¿Quién dice que sentirse vivo no es lo máximo? ¡Claro que lo es!
El susurro al oído, el contacto cuerpo a cuerpo al bailar,
reflejar el fuego en la mirada,
sentir el deseo en la sangre
mientras se para todo... hasta el pensamiento,
y nuestros labios sedientos se acercan hasta
encontrarse y humedecerlos por completo.

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