Siempre me imaginé que podías ver algo más allá. Había algo inquietante en tu mirada; una calma infinita. No podía comprender como podías estar tan tranquila cuando era claro todo lo que te agobiaba. Hace dos semanas que te había visto por ultima vez, y como en otras muchas veces me aterrizabas a la realidad, confieso que esa actitud firme siempre la envidie. Tu belleza era impactante eso me hacia sentir insegura frente a ti. Hubo momentos en los que quise acercarme y pedirte perdón pero fui egoísta y preferí ignorarte. La rabia me carcomía, tu negación de la realidad me asqueaba. Decidí que debía dejarte ir.

El texto escrito en aquel pequeño trozo de papel ensangrentado al lado del cadaver terminaba ahí.

Al salir del baño el inspector notó el ruido de uno de los mil pedazos del espejo destrozándose bajo sus zapatos.