Sentado en un asiento cualquiera de un bus, observa cómo va subiendo y bajando gente a medida este continúa en su recorrido, su viaje es largo y las personas son muchas como parar recordar a cada uno de los que han abordado el mismo viaje, pero algo le llama la atención, probablemente uno de los poco especímenes que pueda acaparar su atención por unos breves minutos.
Es un tipo desaliñado, de vestimentas que rozan a ser harapos, una barba exuberante y roñosa, cabello largo y dentro de lo poco que se puede ver de su rostro, sus ojos no parecían expresar nada.
Hasta aquí llega el escaso tiempo que le prestó atención a este vistoso pasajero, sigue observando a su alrededor.
Una señora va con un bebé, increíblemente la pequeña criatura no está llorando ni hace ningún ruido, solo está en sus brazos como si de una muñeca se tratase… Espera, es una muñeca, entonces la mujer debe tener algún problema mental…
Detrás de ella una pareja joven, adolescentes a plena vista, besándose y tocándose. Cuantas hormonas derrochadas.
Dos puestos delante de la señora loca, va una anciana con su vista perdida por la ventanilla, sollozando en silencio. Será el aniversario de muerte de alguien importante? Será tal vez, algún problema en la familia (las viejas suelen meterse mucho en la vida de los hijos y nietos…)? Será probablemente que tiene sus días contados y guarda algún arrepentimiento, o simplemente es una señora sensible y como está atardeciendo la puesta sol ablandó su viejo y cansado el corazón?
El tipo raro del comienzo, ese que parece mendigo y que extrañamente no huele como uno, sigue de pie, afirmado de uno de los tubos del bus. -Se ha percatado de mi presencia-.
Al lado del vago, sentada va la típica rubia tetona hablando con otra mujer, ríe mucho y su voz aguda opaca mucho su buena figura. Tal parece que hablan de prensa rosa o bien de sus propios amantes –se que no es bueno escuchar conversaciones ajenas, pero es inevitable, esta zorra entre sus molestas risas tiende a subir mucho su tono y por lo tanto se escucha a leguas lo que dice-.
Mira, una pequeña niña con un gatito…Cómo diablos le han dejado subir el autobús con una mascota? Pero la imagen enternece, no pareciera haber más mundo fuera de ese sillín.
En los puestos traseros un grupo de gente incómoda entre sí, ninguno al parecer se conoce, apartan miradas, de brazos cruzados para evitar mayor contacto con el de al lado, excepto por un señor con sus años ya bastante avanzados, de cabello cano su rostro demuestra su edad, entre 50 y 60, es curioso como su mirada se pierde en el busto de la estudiante que incómoda y nerviosa va sentada a su lado. Nadie hace ni dice nada –Y yo no voy a ser la excepción, solo me limito a observar para distraerme en este extenso viaje-.
Una parada, baja gente, sube gente.
Se va el mendigo y la loca, en su lugar otro personaje interesante, traje elegante y corbata acompañado por un maletín, viene hablando solo o tal vez con un audífono por el teléfono, obviamente lo segundo es más probable.
El viejo de atrás disimuladamente busca tocar las piernas de la chica de al lado, ella se tapa el rostro con el bolso del colegio –es idea mía o ya no parece tan nerviosa?-
Cuidado! El bus ha frenado en seco y de repente. Los pasajeros se asoman a ver que ha pasado. Allí estaba a escasos centímetros de una de las ruedas delanteras, arrojado en el suelo un chico a mitad de un ataque epiléptico. Sorpresa! Uno de nuestros viajantes de los puestos del fondo ha resultado ser paramédico, bajó de inmediato a socorrer al atacado. Algunos morbosos están filmando el evento como si fuese una exhibición.
La cosa ha vuelto a su orden natural, nos comenzamos a mover nuevamente, el “doctor” se ha quedado abajo con el epiléptico; en el revuelo varios han terminado cambiando de sitio aquí dentro.
El ejecutivo de traje y maletín increíblemente sigue hablando solo o por teléfono, nada lo detiene, será la novia o sus negocios? Lo que sea, seguro debe amar el motivo tras la extensa llamada.
La niña del gato sigue en su mundo de felicidad y los jóvenes calenturientos están al borde de desnudarse y hacer el amor allí mismo. La tetona en un gesto iracundo se levanta de su nuevo lugar y grita a todo pulmón “pervertido!”, claro, su nuevo compañero de viaje era el anciano libidinoso. Es raro, su amiga de chismes dónde se ha metido?
Un chillido sordo arruina la “armonía” del viaje. Soy padre! –se levanta y grita un fulano de los asientos traseros-, a nadie parece importarle, era de esperar. Es casi pintoresco ver la frialdad de la gente, el individualismo expresado en paredes invisibles entre unos y otros.
Nuevamente paramos, se baja por fin la parejita –creo que no aguantan más las ganas y lo harán en algún baño público-, han dejado el asiento sudado y con un hedor bastante característico, seguro la chica estaba “chorreando” del deseo de ser abordada.
Nadie sube, también se va la niña del gato, al parecer algún familiar la esperaba en la parada, pues una mujer le ha recibido con un beso en la mejilla tan pronto a puesto sus pies en tierra firme. Baja también la “amiga” de la chica silicona, de donde diablos ha salido? Esa mujer no tiene casi presencia.
Es interesante, al igual que la escolar, la rubia no parece tan molesta ahora, el viejo sin palabra alguna lleva puesta su mano sobre uno de sus muslos.
La estudiante ahora va sentada sola, imagino que quien iba a su lado era la mujer invisible. Que extraño, la chica comienza a chupetearse los dedos. –Será que le ha gustado el acoso del abuelo?-
“Don ejecutivo” por fin ha terminado de hablar, mira su reloj impaciente, parece algo desesperado.
El chofer se anima a encender el radio a un volumen bastante moderado casi humilde.
El sol se ha terminado de esconder, dónde está la anciana de antes? Ah, sigue en su mismo puesto, ya no llora y la persona que va a su lado le va platicando, o ella es quién le platica al joven que ahora le acompaña en este trayecto?
El padre de los bajos fondos del vehículo se levanta y hace parar al chofer. Estamos a unas manzanas de un hospital, puede que allí esté su mujer esperando con su hijo.
El empresario se ha calmado, ya no mira el reloj ni mueve los pies golpeando el piso. –Por qué demonios un tipo de ese “nivel” se rebajaría a la locomoción pública?-
Bueno, no hay mucho más que decir, -estoy llegando a destino, mi viaje ha resultado interesante-.
Se levanta de su asiento para solicitar la próxima parada.
Llega a destino y baja del vehículo, le sigue el señor traje y corbata, quien tras pisar tierra firme sigue caminando y le susurra sin mirarlo –Te has salvado, los que siguen mas allá de este punto morirán de una forma horrible- |