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Inicio / Cuenteros Locales / mariomatera / Los estranguladores de Calcuta. Segundo Capítulo.

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Al despuntar el nuevo día los jóvenes enamorados que creían haber alcanzado el sumun de la felicidad, tuvieron una desagradable sorpresa. Un grupo de fanáticos Tugs, diez o doce personas entraron en la taberna dando grandes alaridos. Llevaban tatuados en sus pechos la serpiente con cabeza de mujer que los identificaba como sectarios de la sanguinaria diosa.
-Sarasvati, ¿Qué haces en compañía de este pseudo hindú? Ya sabes cuál es el precio que tienen que pagar quienes traicionan a Kali.
- ¿Quién te ha dicho que es un pseudo hindú? Él es tan hindú como cualquiera de nosotros.
- Nos lo ha dicho Kongli, que viene con nosotros y que es quien intentó estrangularle para ofrecer su sangre a nuestra diosa. Kongli, ¿conoces a este hombre?
- Efectivamente éste es el hombre a quien hice objeto de una emboscada en las cercanías del templo de Kali. Él tomo el lazo con una de sus manos y evito que cumpliera con mi objetivo, puedo reconocerlo perfectamente pese a que se ha pintado la piel.
Sarasvati no salía de su sorpresa e interpeló al supuesto hindú:
-¿Es verdad lo que ellos dicen? ¿Acaso me has engañado?
El tabernero que tenía su frente pintada con ceniza y que lo identificaba como un secuaz de Siva, ante el cariz que tomaban los acontecimientos quiso mediar en la situación:
-Señores no provoquéis disputas y peleas en mi taberna. Acá hay parroquianos que no tienen porqué verse envueltos en una situación desagradable. Esta controversia no debe resolverse aquí sino en otro lugar.
- Este hombre es un espía inglés y esta bailarina ha traicionado a nuestra diosa. Nos llevaremos a estas dos personas con nosotros para que nuestros sacerdotes se encarguen de impartir justicia con ellos.
- Haced como queráis. Dijo el tabernero.
Keyton viendo que era inútil oponer resistencia se dejo conducir por sus captores junto a la bailarina.
Días después los prisioneros sobrecogidos de terror comparecían ante Huxa, sumo sacerdote de Kali, el cual estaba rodeado de cincuenta fanáticos con sus torsos desnudos y tatuados con la serpiente con cabeza de mujer. Llevaban en sus cinturas los tarwar, largos puñales con la hoja ligeramente curvada y tenían en sus manos largos lazos con bolas metálicas en sus extremidades. El sacerdote los interrogo:
-Este inglés camuflado de hindú ha venido a nuestro templo a investigar las actividades de nuestra secta y ha sido secundado en sus oscuros propósitos por esta vil bailarina. ¿Cuál creéis que debe ser su sentencia?
- La muerte -respondieron a coro los fanáticos.
El día fijado para el cumplimiento de la sentencia fue el siete de noviembre, el templo de Kali estaba concurrido como nunca. La monstruosa diosa de cuatro brazos estaba en el centro de la escena. Estaba plasmada como una figura azul con una larga lengua roja hacia afuera. En su cinturón ostentaba una gran cantidad de calaveras de victimas que habían sido ofrecidas a la deidad. Los sacerdotes entonaban cánticos religiosos en honor a la diosa y las devaidasi, hermosas bayaderas de largos cabellos negros, ejecutaban sus danzas. Delante del altar de la diosa, se había encendido una gran hoguera. Las dos víctimas envueltas en sustancias opiáceas, avanzaban hacia la hoguera mientras los sacerdotes les prometían el paraíso de Kali después de haber expiado su muy grave pecado mediante la purificación del fuego. Huxa dio comienzo a la ceremonia diciendo:
- ¡Oh, Kali! Nuestra venerada Diosa, tú que representas a la libertad de la india, que gime bajo el yugo de nuestros opresores británicos, te ofrecemos en sacrificio a este inglés que ha osado desafiar tu poder y a esta bailarina que ha traicionado su fidelidad hacia ti. ¡Avanzad hacia la hoguera en la cual purificaréis vuestros graves pecados! ¡Kali os lo ordena!
Los dos cautivos avanzaron en un estado de semiinconsciencia debido a su estado de narcotización. Una cerrada descarga de fusilería interrumpió la solemne ceremonia. Muchos fanáticos alcanzados por las balas se desplomaron sin vida. Los Tugs huían en todas direcciones. Los cipayos habían irrumpido en el templo. Quienes iban a ser ofrecidos a Kali y que no contaban con esa ayuda tan providencial no podían creer lo que estaba ocurriendo. El jefe del Quinto Regimiento de Cipayos abrazaba al semiinconsciente de Keyton diciéndole:
-Me alegro de haber llegado a tiempo para salvarte. Vuestra excesiva tardanza para regresar, nos hizo sospechar que habías sido hecho prisionero. Hemos tenido noticias que en el día de hoy se realizaba una gran ceremonia en honor a Kali.
Ya en el cuartel del V regimiento de cipayos, y una vez que le hubo pasado a Sarasvati el efecto de la narcotización, Keyton les dio las razones por las cuales había entrado en la taberna disfrazado de hindú, pese a lo cual ella siguió convencida del engaño del cual había sido objeto. La joven agradeció a Jameston la providencial intervención de sus soldados que le habían salvado la vida. El templo de Kali, que representó esa noche el cuadro vívido y humano del choque de dos civilizaciones fue en lo sucesivo severamente vigilado por los ingleses.

Texto agregado el 05-11-2015, y leído por 113 visitantes. (0 votos)


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