Me iré en silencio, sosegada,
sin levantar polvareda
que empañe tu mirada,
y de noche,
cuando el pensamiento
sea un puño que se alce,
buscaré en mis trozos de conciencia,
los besos míos que inventé,
las caricias mías que cree,
de ese hombre ... que nunca fue.
Fluiré,
me rebalsaré de un sabor salado
que no es mar, o tal vez sí
y romperé recuerdos
y compondré poemas,
entre ellos te iré hilvanando,
poco a poco dejando, dejando.
Y cuando de pronto tu nombre
a mi mente vuelva en vano,
sacudiré el recuerdo pensando,
en ese hombre mío que inventé,
torpe reflejo que yo adoré,
ese hombre, que nunca fue.
M.D
Texto dedicado a un amor virtual que duele ... en lo real
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