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LA TOMA GUERRILLERA

Terminando la década de los 80, se empezó a sentir la presencia de la guerrilla en este territorio. Se decía, que en diciembre de 1989, las veredas no participarían de las festividades navideñas en el pueblo, porque la guerrilla se los había prohibido. Estas veredas, eran las de la parte alta, las que quedan sobre la parte paramuna.
La guerrilla empezó a entrarles a los campesinos con la tesis de que el gobierno los tenía abandonados y que ellos llegarían para protegerlos, y así fue.
Por esos años, los pobres campesinos, no podían tener sus animales retirados de la casa, porque se los robaban, anochecían y no amanecían. Les tocaba prácticamente dormir con ellos y achicarlos en el patio de la casa y aun así se los robaban.
Denunciaban estos hechos ante la inspección de Policía, pero no había resultados, no hallaban culpables. Ante esto, la guerrilla y ante la queja de algunos campesinos, capturaron a varias personas de una banda dedicada al abigeato, los expulsaron del pueblo, con el mensaje de que si regresaban los mataban y a otros los mataron junto a los animales que se querían robar. La guerrilla se ganó su confianza.
Los guerrilleros se paseaban por las veredas, inclusive dormían y comían en algunos lugares estratégicos, dictaban charlas de la revolución y reclutaban jóvenes para sus filas.
Después de varios meses en la región y que conocían el panorama, ya llegaban al pueblo los días de mercado camuflados entre los campesinos.
Y así fue, el 20 de septiembre de 1992, un domingo día de mercado en el pueblo, llego mucha gente a vender sus productos y chucherías, había presencia de gente desconocida, la alcaldesa no se percató y los policías tampoco; siguieron su rutina, unos jugando billar y otros sentados mirando jugar micro en la plaza y uno en el cuartel, contestando el radio y mirando por la ventana. Solo había 6 policías, era más que suficiente para contralar el pueblo.
Después de mediodía, cuando los campesinos terminaron con sus transacciones comerciales, se dedicaron a tomar cerveza con sus paisanos al igual que todos los otros días de mercado, lo que aprovecharon los guerrilleros.
Algunos guerrilleros le dijeron a los campesinos y pueblerinos que estaban por las calles, que se escondieran, que esto se iba a poner bueno.
Horas más tarde, hacia el anochecer, los insurgentes camuflados y atrincherados, en los camiones y las materas del parque, atacaron con granadas, cohetes y armas automáticas a la alcaldía, donde quedaba el cuartel de Policía y la Caja Agraria, y le tiraban a todo lo que se moviera, no había compasión.
El único policía que estaba en el cuartel repelió el ataque, hasta que se le acabo la munición y se rindió, los otros policías, no alcanzaron, ni siquiera a llegar al cuartel, algunos de ellos fueron dados de baja.
La toma guerrillera se extendió hasta el amanecer del día lunes, por 120 hombres de la guerrilla, llevándose el dinero que había en la caja agraria, que en su mayoría era para pagarle el sueldo a los profesores; además a la médica y a una enfermera se las llevaron para tratar a los heridos, y los fusiles de los policías que prestaban su servicio en este municipio.
Los agentes que perdieron la vida en el cruel ataque fueron: Benedicto Ochoa Salamanca, de 38 años; Rito Antonio Celis Silva, de 44 años, y Juan Carlos Rojas Ramírez, de 23 años de edad. También se conoció que en el parque quedaron tirados dos cadáveres de guerrilleros. Los policías heridos corresponden a los nombres de Mario Carvajal Carvajal, Francisco Cuervo Guerra y Héctor Rincón Hurtado., al igual que al bobito Alfonso al que por cariño le decían “merecunbé” por el defecto en sus piernas y que le impedía caminar bien.
Algunas personas manifestaron que la situación era abrumadora y que los habitantes se encontraban en incertidumbre sobre lo que pudiera pasar al respecto, pues el palacio municipal había quedado inservible y algunas edificaciones aledañas, por la cantidad de disparos y bombas que le arrojaron.
Recordaron también, que las detonaciones iniciaron terminando la tarde y que las explosiones se escuchaban seguido, con pausas muy cortas, en la plaza principal, en la plazuela de los huevos, donde estaban los agentes jugando billar y en las casas donde sabían que ellos vivían con sus familias. La balacera se presentó en medio de todos los civiles.
Un ciudadano, en medio del susto manifestó: En Socotá, convivimos con la guerrilla, desde hace varios meses, se sabía que se iban a tomar el pueblo, por eso la policía tenía barricadas de arena frente al cuartel y mallas antigranadas en las ventanas.
Al amanecer llegó el refuerzo de la policía de Duitama y las tropas del batallón Tarquí de Sogamoso, quienes se pusieron al frente, iniciando las operaciones para perseguir a la columna guerrillera.

Texto agregado el 27-10-2015, y leído por 111 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
21-07-2017 Buena crónica de una incursión guerrillera como tantas en un tranquilo pueblo, sacudido por una violencia inútil. Ojala ya haya terminado para siempre. Gcarvajal
28-10-2015 Este es el relato periodístico de la masacre que cometió el ELN en estos días. En este país no hay una voluntad de paz verdadera, los odios superan la razón. Saludos lgerprezmar
 
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