Tallado en grises sin sombras,
el curtido y quejumbroso árbol
vive, en los cerros del poniente
su agonía de maderosa acústica.
Abrupto el desplante de su caída
ensordeció el ocaso en secreto.
Su ajado sueño, vegetal y profundo,
se transformó en una canción
que ya no arenga el eco del bosque.
Las horas de su follaje, ayer vivas,
aceptaron la violación consentida
en esa tumba de tiempo y sombras.
Certera se carcome su corteza
alimentando el arte de la tierra,
en porcelana su savia se transforma
y en el gemido de su silencio
su derrumbe da vida a otra vida.
Texto agregado el 27-10-2015, y leído por 183
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