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Sor María de las Angustias (La monja)
En los primeros años del presente siglo en el pequeño convento de las monjas trinitarias cerca de León, no se estaba pasando por los mejores años de su larga existencia.
La crisis económica había reducido las ayudas oficiales y personales y la disminución de las vocaciones religiosas había convertido a aquella comunidad en una caricatura de lo que fue, malvivían solo nueve religiosas, cinco de ellas muy viejecitas y otras cuatro mas jóvenes de origen sudamericano.
Su situación era penosa, las rosquillas y las magdalenas que hacían y habían ayudado siempre a mantenerlas, apenas tenían ahora demanda y el huerto que las había siempre proveído de legumbres y verduras estaba casi abandonado al no ser las pobres mujeres capaces de atenderlo.
Pero como ya había ocurrido en otras ocasiones en su larga historia una vez más la providencia vino en su ayuda en forma de una nueva hermana, Sor María de las Angustias, que la superiora de la orden envió al pequeño convento.
Sor María que andaba mediando la cuarentena era de vocación tardía, hacía dos años que había profesado, hasta entonces había sido una importante ejecutiva de una famosa multinacional y es de suponer que cansada de una vida seguramente estresante y competitiva hubiera en un momento de su vida decidido cambiar drasticamente y cultivar ahora su espíritu.
Sor María, antes Lourdes de la Encina, tenía una personalidad resolutiva, imaginativa y con grandes recursos, características que ni mucho menos perdió al cambiar de vida.
No tardo ni tres días en darse cuenta de que el convento funcionaba como hacia cincuenta años, que las monjas vivían a espaldas de las realidades del mundo actual y que por ese camino no tardarían en tener que cerrar sus puertas si no cambiaban rápidamente muchos de sus hábitos y actitudes..
Y aun siendo consciente de que era la última en llegar y que aun no conocía bien las costumbres y forma de vida del convento, su mentalidad ejecutiva la llevo a pedir audiencia personal con la superiora y tratar de hacerla ver lo que para ella era evidente.
No tuvo muchos problemas en convencer a la madre María Jesus del Santísimo Sacramento, una bondadosa anciana que no fue oponente a la experimentada Sor María en el campo de la venta de ideas a la que no solo convenció de la necesidad imperiosa de introducir cambios sino que consiguió que le diera carta abierta para implantarlos.
Lo primero que nuestra avispada monja se planteo es que si querían vender algo tenían que actualizar la oferta y estar en consonancia con los gustos actuales y pensó que como uno de los productos más demandados eran las hamburguesas, harían hamburguesas.
Mando construir un pequeño chiringuito en el jardín del convento, compraron con los pocos recursos económicos que les quedaban dos docenas de mesitas y sillas y convenció a dos de las monjas más jóvenes a una colombiana a la que se le daba muy bien la cocina para que se encargara de la parilla y a otra uruguaya que se responsabilizara de servir la mesas a la que además convenció para que se pusiera un delantal multicolor con la foto de una deliciosa hamburguesa.
Edito unas hojas de propaganda que repartió por todos los pueblos más próximos en los que se leía.
PRUEBE LAS HAMBURGUESAS DEL CONVENTO, SON CELESTIALES
Aquello fue una pequeña revolución para los vecinos de las monjitas que estaban acostumbrados a considerarlas como anticuadas y poco activas, por lo que la nueva oferta incito su curiosidad y se desplazaron en masa para degustar las hamburguesas que realmente estaban muy bien hechas y de exquisito sabor, tanto que un vecino dijo se atrevió a decirlas.
”No sé si son celestiales pero la verdad es que están divinas”
Al poco tiempo Sor María, añadió a la oferta alitas de pollo con salsa barbacoa, croquetas, patatas fritas y salchichas, que fueron también muy bien aceptadas.
Los cambios fueron en general bien asumidos por las hermanas, sobre todo cuando empezaron a ver que los ingresos aumentaban día a día, solo tuvo Sor María un pequeño enfrentamiento con la superiora cuando decidió agregar las salchichas a la carta ya que la buena monja consideraba que se podían hacer bromas de doble sentido y su inclusión no la parecía correcta teniendo en cuenta en que recinto se encontraban, pero en seguida la convenció.
Y aunque todo iba más que bien, nuestra monja no podía resistir seguir sus antiguos y no olvidados impulsos, quería más y a por más fue.
Por las mañanas empezaron a dar desayunos, zumo de naranja, café, chocolate, donuts, churros y pan con aceite y tomate iniciativa que fue entusiásticamente aceptada por los vecinos que cada vez se acostumbraban mas a considerar al convento como una cafetería.
El nuevo servicio sin embargo se cobro un doloroso precio, ya que como se abandono totalmente la fabricación de las rosquillas y las magdalenas, Sor Trinidad del Perdón la monja ancianita que llevaba 65 años haciéndolas no pudo aguantar el disgusto y falleció la pobre ante la tristeza y consternación de las demás hermanas, que empezaron a pensar si no era ya demasiado.
Pero Sor María ya estaba disparada, y siguió con sus rentables iniciativas, instalo una gran pantalla en uno de los salones del convento para visionar las retransmisiones de partidos de futbol y otros eventos deportivos que no dieran los canales públicos, construyo otra caseta en el huerto que ya no utilizaban donde se servían hasta altas horas de la noche cervezas, vinos de varias denominaciones y un gran surtido de tapas, habilito dos de los dormitorios vacios, uno como gimnasio y otro como sala para jugar al mus y al domino y monto un servicio de venta de comidas preparadas, que tuvo también un rotundo éxito.
Lógicamente en paralelo con el aumento de los ingresos fue creciendo la necesidad de mano de obra, las monjas no podían ya atender aquellos servicios con lo que fue necesario contratar asalariados.
El convento había dejado atrás los problemas económicos, pero ya no era lo que fue, un gran descontento se había instalado entre las hermanas y fue la superiora la primera que tomo una decisión para ella muy dolorosa, como llevaba mucho tiempo con achaques pidió retirarse a un sanatorio para acabar allí tranquilamente sus días, las otras la siguieron enseguida, las tres más mayores pidieron ser trasladadas a un convento en Andalucía de donde eran oriundas alegando que ya no podían soportar los fríos del invierno y dos de las sudamericanas se marcharon a misiones.
Solo quedaron, la cocinera y la camarera, que se habían adaptado estupendamente a sus nuevas funciones, pero tantas deserciones como las llamaba Sor María no la abatieron, había luchado en su anterior vida con muchos problemas más duros y los había superado, estaba contenta con su tarea, enviaban mucho dinero a la comunidad central, habían salvado el convento y ahora tenían dinero para conservarlo y remozarlo y aunque también es verdad que no les quedaba ya tiempo libre para meditaciones y rezos, como ella decía “No se puede hacer todo”.
Y siguió con sus proyectos, abrió una piscina, una sauna al lado del gimnasio y un salón de baile para jóvenes los fines de semana.
Y cuando estaba planteando instalar un cine de arte y ensayo y un club de fumadores, perdí el contacto con el convento y no supe de su evolución hasta hace unas semanas en que un amigo común me conto que todos los negocios iban viento en popa y que estaba pensando en construir en una de las esquinas del jardín en una zona muy discreta que tenia entrada por la parte de atrás, un hotelito pequeño de esos que tienen luces de neón rojas, porque según decía era un negocio muy saneado.
Fernando Mateo
Octubre 2015

Texto agregado el 23-10-2015, y leído por 183 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
03-07-2016 Noooo!!! Qué buscavidas la monjita! En cambio en la Argentina las monjas de un conocido monasterio son mucho más cómodas: reciben, con la complicidad del obispo y a altas horas de la noche a los delegados de ciertos políticos y les facilitan el subsuelo para construir una gran bóveda donde guardar el dinero que se han robado, y por supuesto, aceptan parte del botín para sus necesidades y para refaccionar su claustro de oración y meditación. Clorinda
28-10-2015 Se lee tan fácil. Me gustó encontrarte. Saludos. PiaYacuna
24-10-2015 Renovarse o morír. Me atrapó desde un principio y si te digo la verdad, me he quedado con ganas de más. ¿Una segunda parte, por favor? delaida
23-10-2015 Sor María dejó las "Angustias" para alzarse la falda (¿O el hábito?).Entretenido relato.UN ABRAZO. GAFER
23-10-2015 Excelente relato. Atrapa y fluye. Felicitaciones. Lástima que el narrador perdió contacto con el convento pues el final no le hace justicia al texto. NeweN
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