En los últimos años hemos detectado una elaborada campaña de desprestigio contra nuestro colectivo a nivel mundial. Los meteorólogos no pierden ocasión y, cada vez que pueden, nos apuntan con su dedo acusador. Estamos ya cansadas. Nos responsabilizan de tifones, ciclogénesis explosivas y devastadoras tempestades sin aportar el más mínimo argumento científico. Reclamamos, también, nuestra presunción de inocencia.
Nuestra comunidad es enorme y diversa. Es cierto que algún miembro ha sido tentado por el lado oscuro y, en un arrebato de ira y venganza, ha realizado el peligroso rito apocalíptico, pero hablamos de casos aislados. La inmensa mayoría de nosotras somos amantes de la belleza, la paz y el color. Dedicamos nuestras efímeras vidas a crear esa suave brisa que mece las flores. Fabricamos el nordés que eleva las cometas arcoíris cargadas de risas. Movemos molinos y barcos. Acusadnos si queréis de esos traviesos remolinos que levantan las faldas esas aburridas tardes de verano. Nosotras, aunque precario, también tenemos nuestro corazón, así que le rogamos encarecidamente que se lo piense dos veces antes de volver a hablar mal del efecto mariposa.

Asociación internacional de lepidópteros