Más por menos, igual.
-¿Duermes?
-No. Tengo un poco de frío y me molesta mucho esta luz.
-A mi me sucede lo mismo. Echo de menos el vientre de mi mamá.
-Yo también. ¡Era tan acogedor!
-Tengo miedo.
-Yo hambre.
-Pues llora un poco y el coco vendrá a darte de comer.
-No, que tiene las manos muy frías y muy poca paciencia. Yo lo que quiero es que me lleven con mi mamá.
-Pues aún tardarán en llevarnos con ellas. Somos prematuros y precisamos de cuidados especiales. Eso explica el por qué de las incubadoras.
-Estamos en...¿cómo se llama?
-Mundo.
-Eso, el mundo. Estamos en el mundo, pero...¿qué hay en el mundo?
-Pues estrellas, caramelos, juguetes, arena para construir castillos, y mucha, muchísima gente.
-¿Y eso será bueno?
-No lo sé, pero suena bien. Oye...¿cómo te llamas?
-Yo Jorge. ¿Y tu?
-Natalia.
-¡Ah, entonces eres una niña! Qué rollo.
-¿Por qué dices eso?
-Porque eres una niña.
-¿Y qué? ¿Acaso es algo malo?
-Ya lo creo. Y ahora déjame dormir, que no quiero perder mi tiempo contigo.
-¡Oye, que yo no te hecho nada!
-Ya, pero eres una niña y no tienes lo que yo.
-¿Y qué tienes tú que no tenga yo?
-Según dice mi papá, un apéndice valiosísimo que me convierte en un ser superior a ti. ¿Te parece poco?
Natalia se revolvió en la incubadora. Cuando estaba dentro del vientre de su madre, jamás escuchó de decir a su papá que ella fuera a ser un ser inferior. Muy por el contrario, cuando la ecografía puso al descubierto su sexo, papá cubrió de besos la mejilla de su madre y luego la invitó a cenar.
-Esa diferencia no te convierte en un ser superior a mi. De hecho, yo no me considero inferior a ti.
-Pues deberías, porque si echáramos un pulso, te ganaría. ¿Y sabes por qué?
-No.
-Porque soy más fuerte que tú. De mayor, me saldrá bigote, barba y mandaré en casa tal y como lo hace mi papá.
-Pues en mi casa mandan los dos.
-Eso es porque tu papá es un calzonazos. Hace unos días mi papá le dio una patada a mi mamá porque no limpió bien el horno. Mamá lloró al principio, pero lo limpió de nuevo y después papá la perdonó. ¿Ves? Eso hace que sea un ser superior.
-No es superior. Es malo. Y ser malo no significa ser superior. Ni tan siquiera significa ser más fuerte.
-Qué razón tiene mi papá. Las niñas sois muy pesadas. Lloráis mucho y dais muchos quebraderos de cabeza. Ah, también dice que no os conformáis con nada y que no hay quien os entienda.
La niña se muerde un puño y patalea en el aire para desenredar su confusión. Su papá es fuerte. Tiene la voz potente, unos brazos hercúleos y es casi tan alto como la puerta del dormitorio, pero cuida de mamá, le prepara el desayuno y los días quince de cada mes la sorprende con un enorme ramo de rosas blancas, que son sus preferidas.
Una vez, estando ella a poco de nacer, mamá se torció un poco el pie y papá se preocupó tanto que la llevó al médico. Luego la metió en la cama, le preparó la cena y se pasó la noche despierto velando por su seguridad.
Mamá es catedrática y papá pastelero.En su tiempo libre, mamá instruye a papá en matemáticas, y papá le devuelve el favor enseñándola a preparar deliciosas tartas y pasteles que hacen las delicias de los paladares más exquisitos en la confitería de la abuela. ¡Qué suerte tiene! Su mamá, además de ser catedrática, prepara unos pasteles buenísimos, y su papá, además de ser pastelero, sabe muchísimo de los entresijos de los números. Total, que en lugar de competir, comparten y eso es algo que la hace sentirse estupendamente bien.
-Lo que dices es horrible. Mis papás nunca se pegan ni se gritan. Se ayudan, se quieren y lo comparten todo. Si tu papá trata mal a tu mamá, tú deberías estar enfadado con él y no presumir sobre las cosas que hace mal.
-¿Qué sabrás tu? Sólo eres una niña. Te vestirán de rosa, jugarás con muñecas, te pondrán cintas de colores en el pelo y cuando seas mayor, tendrás que limpiar la casa, planchar la ropa, preparar la comida y hacer la compra.
-¿Y tu? ¿A qué te dedicarás tu?
-Jugaré al fütbol, beberé cerveza y fumaré cigarrillos. Conduciré coches, partiré corazones, pegaré puñetazos y las chicas me respetarán. Y luego ya, de muy mayor, me casaré, tendré mujer e hijos y haré que me obedezcan en todo cuanto les ordene.
-Puede que a mi también me de por jugar al fútbol, e incluso por fumar. Cuando tenga la edad necesaria, me sacaré el carné de conducir, le romperé el corazón a algún que otro chico y me haré respetar. También me casaré y tendré esposo e hijos, pero lo que nunca haré, será pegarle un puñetazo a nadie u obligarle a que me obedezca.
-Es igual. Yo tengo un apéndice que tu no tienes, y por lo tanto soy superior a ti.
-Tendrás que inventarte otra cosa, porque sigo sin ver tu superioridad por ningún lado.
-Porque eres una chica, y como tal, tonta. Hay veces que mi mamá no entiende a mi papá. Entonces él se enfada, le da una bofetada a mi mamá y la obliga a entenderle por la fuerza. De ser mayor, también te daría una bofetada. Seguro que de ese modo, entenderías.
-¿Verdaderamente te crees superior a mi?
-Si. Las chicas no tenéis idea de nada. Sois menos y ya está.
Menos, más. Signos matemáticos. Son importantes, porque hacen que un número sea mayor o menor que otro. Superior o inferior también. Pero no hace que el cuatro sea más importante que el tres o de menor categoría que el cinco. Los signos, para las matemáticas. Entre personas, el único signo aplicable es el de la igualdad. Eso es todo.
-Entonces tu mamá vale menos que tu papá...
-No. Valen igual.
-Pero tu mamá es una chica.
-¿Y qué?
-Que acabas de decir que las chicas valemos menos que los chicos.
-Pero mi mamá no es una chica cualquiera. Es mi mamá.
-Si, pero no deja de ser una chica. ¿Te das cuenta?
Aquella niña tan pesada quería enredarlo con su retahíla. De eso, si que se daba cuenta.
-Eres tonta. Y déjame en paz, que no quiero seguir hablando contigo.
-Te enfadas porque te sientes atrapado. Sabes que tengo razón, pero no quieres reconocerlo.
-Una chica no podrá tener razón nunca. Ya lo sabes.
-No sé nada porque soy una chica.
-Sabes lo justo y ya está.
-Como quieras.
Mamá solía decirle eso a papá cuando estaba embarazada. Le decía "como quieras" y los golpes cesaban. Después papá se marchaba y mamá lloraba desconsolada en la cocina a la que se abrazaba el vientre donde él temblaba y se descomponía.
Papá trabaja mucho y casi siempre llega a casa a las tantas de la noche. A veces, mamá le mira enfadada porque le deja plantada la cena, pero no le dice nada porque sabe que lleva las de perder. Y pese a que se traga el enfado y no le hace preguntas, papá siempre atina a encontrar un motivo para regañar su comportamiento y ponerle pegas a las comidas que prepara.
Papá es conserje en un colegio para niños de bachillerato, y mamá trabaja en el ayuntamiento.
Cuando llega del trabajo, papá vomita sobre mamá todos sus quebraderos de cabeza. Mamá también llega cansada y con dolor de cabeza, pero se toma una aspirina, se echa en la cama y duerme un rato hasta que los fantasmas se le van.
Es un chico. ¿Y qué? Mamá es una chica. Las mamás paren chicos y chicas y los quieren a todos por igual. Papá no tiene razón y alguien debería hacérselo saber.
-Natalia.
-Que.
-Que me has hecho pensar y que tienes razón. Cuando sea mayor, trataré a todas las personas por igual. Me he dejado llevar por los comentarios de mi papá, pero estaba equivocado. Yo no quiero ser como él.
-Pues empieza desde ya.
-¿Cómo?
-¿Más por menos?
-Igual.
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