Quebró el silencio otra vez para pedir perdón.
Así fue como se doblega al desprevenido,
y se quiebra toda ambición.
No convence aquello del desconcierto.
Siempre que haya que preparar la carcajada,
se nubla la visión.
Doncella de un cielo ajeno, espero tu rescate.
Como un lirio en el desastre,
invencible,
estoy esperándote
mirando colgado que la realidad suceda
y que caiga en lo tangible de mis dedos,
pero el corazón no grita ni avisa
cuando todo ensaya detenerse.
Y este nudo en el estómago
busca refugio en el uvasal
cuando el castigo de la noche
es el precio que hay que pagar
para encontrar la eternidad.
Esa obsesión por el detalle
eclipsa lo que todos ven.
¡Momento!
La inspiración vuelve,
debo tomar este tren.
Texto agregado el 23-10-2015, y leído por 74
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