Una última estrella se escurre
en el taxi de una nube en vela,
pájaros y perros cobran vida.
Cede su reclusión el sueño
y le vienen necios despertares.
Ruidosas en su rebelde juego
las calles bullen en torbellino
y transita, con falsa indiferencia,
un cielo de azoteas húmedas.
Letárgica despierta la ciudad
con ritmo de letanía erótica.
Se despereza como amante
oculto en los añicos de la noche
En esa normal cotidianidad
ya no hay más albas tristes.
Texto agregado el 21-10-2015, y leído por 200
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Muy lindo poema. Se disfruta como todos tus poemas. Saludos! TuNorte
22-10-2015
Poema y madrugada,por su belleza,son para disfrutar.UN ABRAZO. GAFER
21-10-2015
Muy bueno como todas tus poesías. elpinero
21-10-2015
Tiene tan hermosas metáforas esa normal cotidianidad, que merecería albas tristes tras hacer añicos la oscuridad de la noche. Muy bello, un abrazo Carloscaro