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De rodillas, pero solo para coger impulso. Flexión leve de las piernas, una más atrasada que la otra, rodillas elevadas del suelo, manos, dedos apoyados en la pista… Con el trueno arranca el organismo. Avance, cuerpo irguiéndose, las primeras zancadas… Al cabo, tras cruzar la meta, 10, 79.
Queda atrás el griterío. En las entrañas del estadio agua que azota con energía el cuerpo del atleta.
Tras la puerta del cuarto en el hotel, penumbra. La ciudad se manifiesta artificial tras los cristales.
Gasto del cien por cien.
Batería por recargar.
Que no lo sepa nadie. Silencio hasta el amanecer. Apagado o fuera de servicio.
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Texto agregado el 20-10-2015, y leído por 117
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