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GRITOS DEL EDEN

(Notas de Gerardo Soft encontradas por Marilyn Dafoe el 18 de mayo de 2026. Santiago Del Estero, El Eden)

5 de febrero de 2015

...y Los ojos...esos ojos, SUS ojos, me ven, me hablan...me gritan, me insultan, me aprisionan; me incineran el alma (si es que aun tengo el privilegio de tener una), una y otra vez, cada eterno transcurrir del tiempo, cada infinito y lento pasar del momento... oprimiendo y apuñalando mi patético corazón cual daga herrumbrada...¿y es que acaso no lo tengo merecido?
Oh, Dios todopoderoso! ¿Es este mi maldito castigo...mi bien merecido castigo? ¿Es esto el limbo, el infierno? ¿Es esto, este castigo, esta lúgubre y tétrica mazmorra obra tuya... o del propio Satanás?
Voy a confesar...aquí y ahora; voy a confesarlo todo. Voy a confesar que yo...
Escucho pasos. Están gritando mi nombre.
Aun hay tiempo. Tal vez...
Y esos ojos...¡sus ojos que me miran!

21 de julio de 2015

Sigo prisionero. No hay forma de escape.
Creo, según mi aletargada y pobre cabeza, que arriba, en donde se encontraba mi mundo, que la fecha es exacta. Continuo esposado, encadenado a mi castigo. Ayer un grupo de personas vinieron a buscarme. Grite, grite y les imploré con todas mis fuerzas que estaba aquí, debajo de ellos, debajo de sus zapatos. Grite tan bruscamente que mi garganta casi exploto. Le pedí a Dios, le rogué... pero el aquí no esta metido, no es su problema. Al no encontrar nada, a no percibir absolutamente nada, los extraños que venían en mi rescate, se marcharon. Otra vez solo. Su olor es insoportable... Gracias a Dios (debo darle gracias a Dios?) Que con mi mano libre, mi pluma de tinta eterna y la gran cantidad de hojas desparramadas sobre esta tierra infectada, logró escribir esto y apaciguar la poca cordura que me queda.
Nose como aun me mantengo vivo. Tengo hambre...un hambre demencial que sin embargo nunca llegaré a saciar, eso lo se. Y se que si salgo de aquí, ni toda la cerveza helada de Alemania calmara mi sed.
No duermo. Hace ya 3 meses que no puedo dormir. Y mis párpados me pesan...se desploman como un viejo edificio para luego volverse a levantar. Y así el proceso se vuelve a repetir noche tras...¿he dicho noche? Ja, aquí siempre es de noche! No hay otra luz más que la de un viejo candelabro que cuelga de la rústica pared de tabla que forma mi lúgubre habitación; mi tétrica prisión.

Octubre del 2015

Debo haberme quedado inconsciente, o tal vez solo fui victima de un paroxismo de terror, Porque cuando tomé conciencia de la situación, unos gusanos asquerosos me acariciaban la piel y subían por mi brazo, tal vez buscando nueva carne, tal vez buscando un nuevo cuerpo.
- Aun no estoy muerto arpías diminutas!-grite, sacudiendo mi brazo-. ¡Buitres de la putrefacción! .
Me muero de sueño, y aun así no consigo dormir...¿dónde estoy realmente? ¿Que es este siniestro lugar realmente, donde jamás duermo, donde el hambre y la sed se vuelven un constante dolor como si una invisible pinza me arrancara cada parte de mi estómago, me lo retorciera y me estrujara, como el más brutal de los retorcijones? ¿Que oscuro ente del averno ha creado esto? ¡Oh, infierno vivido, bestia del azufre y del fuego viviente, maldito ángel del purgatorio! ¿Que quieres de mi? ¿Por cuanto tiempo estaré estancado aquí, amarrado a este inmundo cadáver en descomposición? ¿Por cuánto tiempo soportaré su nauseabundo olor? ¿Hasta cuando, hasta cuando? ¿Por qué? ¿Que quieres...?
Sacudí mis brazos y oí el tintineo de las cadenas. Era esa la respuesta.
Confesión.
¡Pero es que no puedo, no puedo maldición!
Otra vez ruidos...un motor. Pasos.
Grito:
-¡Aquí estoy!


Febrero del 2016

Pasó un año ya. O eso creo.
Nadie vino jamás. Jamás nadie acudió a mis llamados, a mis súplicas. Por fin comprendí; nadie jamás me rescatara.
Mi cabeza se ha reducido a un montón de escombros. Siento a mi mente como un rajado muro, apunto de derrumbarse... Tal vez esta sea mi última onza de cordura, mi ultima nota, mi último aliento.
Ya no quiero escribir...no puedo.
Sigo hambriento, sigo con sed. Y sin embargo aun estoy vivo...
Las cadenas suenan. Las larvas se multiplican; carcomen vorazmente su cuerpo...su herida. Su herida ahora me parece un vorterix(antes una leve mancha craneal) ; un espiral podrido, sin fin. Quiero ahogarme en el, perderme una vez más en su cuerpo...en su HERMOSO cuerpo.
¡Oh bella, Marilyn! ¿Que he hecho? ¡Hacia donde te arrastre? ¿Hacía que nefasta dimensión te arrastre?
¡Oh, amor mío! Mi vanidad, mi corrompida vanidad te trajo a aquí, mi egoísmo te sentencio...mi locura, tu amor hacia mi te crucifico!
Tu...¡ tu tan hermosa, tan perfecta, tan iluminada y radiante, creada por el omega y bendecida por el cordero, tu, con tu alma tan pura y con tu corazón transparente y carmesí; tu, por tu amor hacia mi, me seguiste hasta aquí...y yo te deje morir!
¿Te deje morir?
Sus ojos...¡ESOS ojos que me miran!
Voy hacer mi confesión.
No aguanto más esta tortura.


La Confesión

Por Gerardo Soft

Siempre fui un aventurero.
Y el Edén era (y aún lo es) una obsesión constante en mi vida. Mi espíritu audaz, aguerrido, furtivo, me llevó a recorrer casi todas las provincias Argentinas en búsqueda de desatar el nudo que une el folclore, la tradición, la mitología y el misterio...y lo paranormal.
Allí, aquí (aun no puedo definir donde me encuentro), tal vez arriba de mi, en la tierra, en mi vida, era abogado; pero mi verdadera vocación era ser explorador. Y Nací con un terrible halo de curiosidad (hoy siento que es una maldición) hacia lo desconocido, hacia lo fantástico.
De pequeño, la primer historia que oí ( la única, la decisiva, la final; la que desató mi obsesión y esta locura) la primer historia que se implantó en mi cabeza, me la contó mi padre y fue el relato del Edén;...que se aferro a mi mente como un cáncer adormecido que algún día despertara.
Un cáncer que terminaría por llevarse todo...hasta mi propia amada.
Dormía, comía y bebía El Edén.
La historia de un paraje, de un lugar único, de un lugar de majestuosa belleza y fulgor sobrenatural, me fascino.
Aquel sitio, según contaba la leyenda, era una especie de portal dimensional; una entrada a un mundo secreto; donde pocos habían visitado y regresado y otros jamás habían vuelto; y los que se quedaban atrapados, allí permanecían por toda la eternidad; la tierra se los tragaba, el agujero, la dimensión, El edén los devoraba...y solo sus gritos se escuchaban.
solía decirme mi padre.
Algunos contaban que el Eden tenía dos caras; un paraíso para algunos; un eterno infierno para otros. Un justo castigo personal...
Dedique así toda mi vida en buscarlo, agote todos mis recursos( económicos y anímicos) en cualquier rumor, comentario o idea que me llevase hasta ese lugar de ensueño.
Y arrastré conmigo a la única persona que me seguiría en esta oscura obsesión; a la única persona que me comprendía; a la única persona que avalaría esta locura; la única que me amaba: Marilyn, mi mujer.

Llegamos a Santiago del Estero El 5 de febrero del 2013, atraídos por un fuerte rumor campesino.
Recorrimos unos cuantos kilómetros. Primero en auto, luego a pie.
Anduvimos por vastos senderos y espesos bosques, por más de tres días, dando vueltas, investigando, solo parando para alimentarnos y dormir en nuestra carpa.
El 9 de febrero, la noche nos tomó por sorpresa.
Decidimos armar nuestro refugio en un pequeño terreno que, junto a unos enormes y copudos árboles y unos tupidos arbustos, formaban una especie de círculo.
Allí fue el comienzo del final...

Esa misma noche, mientras Marylin dormía profundamente, yo miraba el azul techo de nuestra carpa sin conciliar el sueño cuando llamo mi atención un leve pero perfectamente audible llamado de auxilio.
Primero me exalte, luego me perturbe y seguido, mi enorme curiosidad dio paso a una enorme emoción.
Salí sin pensarlo de la carpa.
Pero nada.
Mire a mi alrededor...solo contemple oscuridad.
Cuando creí que solo había imaginado aquella voz, volví a escucharla. Era un llamado de auxilio, una voz ahogada, quejosa y...de sufrimiento.
No podía creerlo! Estaba realmente exaltado! Allí, en medio de aquel bosque, no había nadie, nada; ¡nada que pudiese imitar a la perfección la voz de un ser humano!
- ¡Aquí...!- volví a escuchar perfectamente- . ¡Aquí Estoy! ¡Míreme, aquí estoy, señor!
La voz primero venía de todas las direcciones. Luego se intensifico por debajo mío; ¡provenía del suelo!
- ¡ por favor, aquí estoy, ayúdenme, sáquenme de aquí! ¡ se lo suplico, ayúdeme!
Pero yo no veía más que tierra, rocas e hierbas.
Mi exaltación era extrema. Sonreía. Casi lagrimeaba de emoción. Ni siquiera respondía al llamado.
¡había encontrado el Edén!
Existía. Después de toda una vida de dedicación, después de toda una vida de búsqueda, había encontrado El Eden. Mi mayor obsesión, la prueba viviente de lo desconocido, de lo sobrenatural, de los viejos relatos y creencias, se hacía realidad.
Me arrodillé y lloré.
De pronto note que la voz se había apagado. Una vez más, miré hacia todo mi entorno...Si alguien había alli, debajo de mis pies, pensé, o donde fuera, tenía que haber una entrada...y una salida.

De pronto, mis oídos captaron un amortiguado son...
Mire, extrañado, a todo mi alrededor.
Una vez más lo oí.
¿Música? ¿Era acaso música?
Camine, siguiendo el suave y apacible sonido. Todo era oscuridad. Me olvide por completo de mi Marilyn ( ¿acaso no había sido así siempre?). Estaba ido, completamente seducido por aquel alegre y movido sonido campestre.
La Música que, Finalmente pude darme cuenta que se trataba de chámame, se intensificó. Luego de unos cuantos metros, corrí unos arbustos (que parecían ventanas o una entrada a un recinto). Lo encontré.
Era un paraíso. Era el Edén.
Sonreí, triunfante.

Estaba maravillado.
Se trataba de una enorme y pintoresca fiesta. Un enorme baile, al aire puro; las parejas danzaban, bebían, reían, casi con estupefacto placer y dicha...
Los músicos -trajeados- no dejaban de sonreír. Y marcaban el son de excelentes piezas de chámame con exagerado (eso me pareció) entusiasmo.
Las mujeres, escotadas, sumamente sensuales y atractivas, se aferraban a sus hombres con una gran coquetería...si es que verdaderamente eran sus hombres.
Sus vestidos -resplandecientes, rutilantes- parecían causarme un extraño sentimiento de ensoñación y adormecimiento.
La pista de baile era de césped. Había mesas por doquier - de manteles blancos y dorados, con sus respectivos cubiertos de plata ( pero de antaño, parecían muy antiguos, que brillaban mágicamente) y platos y servilletas ordenados con pulcritud- que formaban un perfecto cuadrado.
Atrás, cuatro fornidos individuos vestidos de gaucho controlaban cuatro inmensas parrillas; la carne abundaba. Pude contar quince, tal vez más, vaquillonas estacadas.

No obstante, a pesar de la magnífica fiesta y la magnitud de la misma, se apoderó de mí un raro sentimiento de tristeza que parecía esparcirse por el aire, como una invisible y tenue niebla.
Avance unos pasos.
Y de repente, toda actividad cesó. Todos los presentes se volvieron hacia mí y me miraron.
El silencio era absoluto.
Alguien se acercó y me toco el hombro. Sentí escalofríos.
- Señor, Soft -me dijo-. Mi queridísimo sr. Gerardo Soft. ¡Hace tiempo que lo esperábamos!-. Era un hombre canoso, barrigón, con un impecable traje blanco.
Quise abrir la boca para responder pero nada salió de mi confundida cabeza.
Aquel hombre, me sonreía y, sin dejar de hacerlo, se volteo hacia las parejas; y haciendo un leve ademán con la cabeza, les ordeno a todos los presentes que continuaran.
La música se reactivó
- Venga, venga. Acérquese, sr. Soft - me invitó aquel extraño hombre y cortésmente, pero tomándome del brazo, me llevó hasta una de las mesas.
Miro hacia un costado y le hizo una seña a uno de los mozos. Este se acercó con una reluciente bandeja de plata y, con una enorme sonrisa, me tendió una copa y se fue.
La acepte, por supuesto, aunque algo aturdido.
- ¿Algo de comer? -preguntó el canoso barrigón-. La mesa y toda la casa esta a su servicio.
- No, gracias. Así estoy bien -la mesa rebosaba de comida. Le di un sorbo a mi bebida - y...¿como sabe mi nombre?
- En El edén todos nos conocemos. Y sabemos todo sobre nuestros ilustres invitados...
- Entonces realmente estoy en...
- Esta donde tiene que estar. Donde siempre perteneció, sr. Soft.
Sonreí. Aunque aun Nose porque lo hice.
El extraño anfitrión no dejaba de sonreírme.
- Muy pocas personas tienen este privilegio, sr. Soft. A muy pocas personas se le otorga esta gran distensión. Ahora todo depende de usted...
Fruncí el entrecejo. Sumamente extrañado.
- Creo que muy en el fondo me entiende, sr. Soft. - dijo el extraño-. Usted es una persona de una inteligencia muy aguda e única. Usted encaja perfectamente aquí.
Sus halagos comenzaban a marearme.
Detrás de ambos, unas estridentes carcajadas estallaron.
- La fiesta es eterna aquí- continúo mi anfitrión- . El jolgorio, la dicha, la felicidad, no tiene fin aquí. No hay tiempo ni espacio. La música jamás para. Todos los días son uno en El Eden. Solo tiene una oportunidad...- me dijo, solemne, un poco serio. Aquel hombre vio mi asustada y confundida expresión y reanudó la conversación. El, no era más que cortes -. No me malinterprete, por favor, sr. Soft. No trato de intimidarlo ni apurarlo. Pero es que muchos desean y no tienen esta única y majestuosa oportunidad. Y usted, hoy, tiene la chance de ser parte de esta...fiesta, digamos, y celebrar...la vida, por siempre.
Me sentí aturdido, por momentos perdido en mi pobre y desahuciada mente. Una parte de mi, una pequeña parte de mi razón, trataba de decirme que lo que estaba haciendo era una locura. Era como estar hablando con el diablo en persona.
¿ Quienes eran esas personas? ¿Que hacían alli, a altas horas de la noche, en medio de un bosque? ¿Que querían de mi? ¿Que clase de fiesta era...que festejaban?
¿Me estaba imaginando todo aquello?
Pero era tarde. Mi razón, mi conciencia, ya se estaba ahogando..y muriendo. Estaba seducido por todo aquello, por toda la presentación, por la fiesta, las mujeres, por la música y aquel cortes hombre...y por la tentación de vivir en el paraíso; por vivir en la obsesión de toda mi vida...por vivir en el Eden.
- ¿Cual es el truco? - pregunte. Volví a dar un sorbo a mi espumante bebida-. Nada es gratis en este...
- Este no es su mundo- me interrumpió-. Es el nuestro. No hay trucos. Es libre. Invalorable. Es gratis...solo se le pedirá una prueba...una demostración de lealtad hacia nosotros, de fe, de amor...
-¿ De amor?
- Tiene que elegir, sr. Soft. No se puede tener dos amores en la vida. No se puede...
Me había inquietado un poco.
En mi vida, solo existían dos amores. Uno de ellos era El Edén, el otro...
El hombre asintió, sonriendo. Esta vez, por primera vez, adoptó un semblante sínico. Casi lúgubre.
- ¿Qué es lo que quiere decirme...?-inquirí.
- Los grandes actos de lealtad y amor se hacen a cambio de algo que realmente amamos y queremos...- me dijo, algo desinteresado. Y tomó de una de las fuentes de la mesa, una pata de pollo. La comió con desesperación, como si hubiese tenido hambre toda su vida.
La cortesía y sus buenos modales había desaparecido. Parecía un depredador hambriento. Destrozó la pata de pollo en tres brutales mordiscos. Su boca, al igual que sus manos, se llenaron de grasa. Tenía restos de pollo en ambos lugares.
- Entréguenos a su mujer, sr. Soft
-¿Que? - pregunte totalmente perplejo.
- Mátela, sr. Soft - me dijo, fríamente. Sus ojos se tornaron negros. Se relamió los dedos - Debe matarla. Del resto nos ocuparemos nosotros...
- Pero ella...
- Se que para usted no será tan difícil. Mátela. No hay cupo para dos. ¿No es esto lo que ansió toda su vida? ¿No es este el momento que esperó toda su vida? Un amor por otro. Al final, todos matamos lo que más queremos.
- Marilyn - susurre- . No. Ella es...ella...
- La carga debe quedar atrás, sr. Soft. Entonces usted será realmente libre. Mátela. La fiesta debe continuar. La música tiene que perdurar. Demuestre su amor al Eden, demuestre su lealtad...

Entonces, todas las parejas, todos los presentes, se volvieron hacia mí y de nuevo el silencio; y la neblina de tristeza, de desazón, de desconcierto y confundimiento, se apoderó del Edén. Aquel espectral baile, aquella tentadora y magnífica fiesta, y sus rutilantes y sexis invitados ,se había apagado.
Me sentí totalmente culpable y confundido. Me sentí estúpidamente (hoy, confesando esto, la palabra justa es "estúpidamente") responsable de aguarles la fiesta a tan distinguidas personas.
Ellos me habían dado una oportunidad única...,ellos me habían mostrado el Eden, me habían aceptado, después de tantos años, me habían aceptado y me dejarían ser parte de ellos, de este paraíso de sobrenatural belleza y elegancia.
Y me habían esperado toda una vida.
¿ No les debía algo? ¿No tenía que darles algo a cambio?
Por supuesto que sí. Debía mostrarles mi gratitud..., mi lealtad...; mi amor.
Cuando me volví para hablarle al hombre barrigón, este ya no estaba. Y tome conciencia de que todos se habían ido; la fiesta había terminado.
Me encontraba otra vez solo, en medio de aquel oscuro bosque.
Decidí volver a la carpa.
Marilin, mi mujer, se encontraba levantada, cruzada de brazos, junto a la entrada de la misma.
El sol comenzaba a erguirse.
- Cariño, ¡gracias a Dios!- . Me dijo, apenada y algo asustada -. Me desperté y no te encontré. Me asuste...¿Donde estabas?
Ella era hermosa. Pero parada allí, parada torpemente, mirándome con angustia, como miraría una madre a su hijo después de venir este de una buena borrachera, Me pareció la mujer mas horrible del planeta.
En el Eden, pensé, hay mujeres mucho más bonitas que tu.
- Por ahí...- respondí y me senté sobre una roca-. De joda. En una fiesta...
Ella había sonreído y se acerco hacia mi. Me Rodeó con sus brazos. Olería el perfume de su piel por ultima vez.

< ...la fiesta debe continuar - oí en mi interior-. La música tiene que perdurar...>
- bueno. Mientras una provinciana no te secuestre...- me dijo ella, suavemente al oído.
- Te amo, Marilyn.
- y yo a ti...
< Entréguenos a su mujer- . Me dijo la voz-. Mátela, sr. Soft...>
Le di un fugaz beso.
- Vamos adentro- dije
Ella se levanto primero. Yo la seguí por detrás... teniendo en las manos el trozo de roca donde me encontraba sentado.
- No hay cupo para dos...- murmure y levante el trozo de roca con ambas manos-. Una prueba de amor...
- Que dices, amor...? - .Me dijo y se volvió hacia mí.
Fue un instante, un segundo.
Y debo decir que nada me paso por la cabeza.
Entonces vi sus ojos...sus dulces, cálidos y tiernos ojos, que me miraron con sumo espanto y tristeza. Pero por sobre todo, Sus ojos que me miraron Con un enorme amor. Esos ojos, sus ojos que me miraron.
Pero era tarde ya.

Literalmente, partí su cráneo.
Cuando reaccione, cuando volví de mi demencia, solté el arma homicida y vi que la misma se encontraba totalmente bañada en sangre; unos cuantos cabellos pegados a la misma y la masa encefálica chorreando, escurriéndose lentamente por las grietas y por las imperfecciones de la roca.
No fui capaz de contemplar su rostro.
Sí. Había Entregado a mi mujer.
Yo, Gerardo Soft, ¡mate a mi mujer!

Seguido, la tierra de aquel ponzoñoso bosque se abrió...y caí. Una inquebrantable oscuridad me sumió en un sueño pesado, lento ; e inerte, sentí que mi cuerpo caía y desfallecía, en un lento y eterno degrader.
Cuando al fin mi razón (casi extinta) me despertó, me encontré en una rústica y polvorienta habitación de paredes infectadas de lo que parecía ser hongos. Pero era masa encefálica...restos de sesos por todas partes.
Me levanté del suelo, el mismo no era más que tierra húmeda. Habían amarillentas hojas de papel desparramadas por toda la habitación y, en una esquina, una avejentada pluma. Un candelabro que reposaba erguido en la pared, era mi única compañía...No, no era cierto.
Mi brazo estaba esposado,encadenado.Sentí un peso, un bulto.
Tire de la cadena con suma fuerza y la oscuridad trajo a mi, el más trágico y horroroso castigo; ¡el cadáver de Marilyn!

El final aun no me sorprende.
Ame (todavía lo hago) a mi mujer. No me importa que me creen o no - a estas alturas ya nada me importa- fue lo más importante de mi vida...pero El Eden simplemente superaba todo. Así de simple... así de frio.
Era como una daga invisible que aún no perforaba mi mente y ya me afectaba...me lastimaba psicológicamente, aun sin conocerlo.
Tal vez todo estaba predeterminado. Tal vez, en alguna otra dimensión, en otro espacio y tiempo (u en otra vida) ya había pertenecido a esa gran fiesta fantasma; a esa preciosa pero grotesca reunión espectral...a aquel aquelarre infernal.
¿Estoy arrepentido de todo? ¿ estoy arrepentido de ser el verdugo, el asesino de mi mujer? Por supuesto que sí.
Pero también pertenezco a este castigo. Soy parte de mi mente despiadada e insana...,soy parte de mi naturaleza egoísta, de mi naturaleza asesina; soy parte del mundo de arriba.

Tarde más de un año en hacer esta confesión, y la misma la retuve porque aún ansiaba El Edén; Aún ansiaba ser rescatado por mis falsos amigos de aquella rutilante fiesta.
Pero jamás vinieron por mi.

De los retazos de lo que antes era mi mundo, solo podía oír los pasos y los llamados que hacían en mi nombre. Yo les respondía, les gritaba eufórico
-¡ Aquí estoy, aquí estoy!-. Solo eso y nada más.
Merezco este castigo, esta eterna tortura? Claro que si.
Nose por cuanto tiempo seguiré así, Nose exactamente cuanto ha pasado.

Pero el cadáver de mi mujer, putrefacto y hediondo, se va despedazando, mientras las inmundas larvas hacen su trabajo y la carcomen toda, con una lentitud exagerada.
Toda, excepto...
No obstante, el mayor de los castigos (tal vez el verdadero motivo de esta confesión) es saber, irrevocablemente, que sus ojos -llenos de amor, - INTACTOS, brillantes e inexpresivos, me contemplan en silencio en estas eternas tinieblas.
Y se que lo harán por siempre, hasta el final de mis días; Hasta que El Edén decida
mi destino.
Sus ojos siempre me miran.
Por siempre.

Néstor O. Britez







Texto agregado el 18-10-2015, y leído por 49 visitantes. (0 votos)


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