Reír es vivir
La risa, ese movimiento de la boca y el rostro que denota alegría, constituye un gesto de vital importancia cuando queremos paliar el estrés y alargar la vida.
Sí. Está comprobado que el buen humor prolonga la vida, ejerce un poder curativo ante las enfermedades y resulta un antídoto eficaz contra las depresiones, como lo confirma un estudio publicado en el que se hace un parangón entre la alegría y la salud mental y física de las personas.
Se ha establecido que cuando un individuo ríe, aumentan temporalmente su frecuencia y su presión cardíaca, acrecentando la circulación y mejorando la entrada de oxígeno y nutrientes a los tejidos del organismo. El buen humor es positivo para la salud, siempre que responda realmente a los sentimientos de quien lo muestre.
Una simple sonrisa genera movimiento muscular, además de un estímulo eléctrico sobre algunos nervios. Por esta razón, aunque no existan muchas situaciones que provoquen nuestra risa cada día, debemos buscar “el lado amable” de las cosas, conscientes de que nuestra salud saldrá beneficiada.
Cuando reímos se levanta el estado de ánimo, pues al hacerlo no dejamos espacio a los pensamientos negativos ni a preocupaciones, desesperanzas ni al mal humor. Se considera, además, que quienes sonríen son personas positivas que se armonizan enérgicamente y logra enfrentar los problemas más fácilmente, cambiando la etiqueta de “un problema dramático”, por la de “una situación problemática”.
La risa, pues, funciona como terapia para enfrentar la angustia, la ansiedad y la depresión que suelen acompañar los asuntos delicados del diario vivir. Es además, el epicentro de las relaciones positivas por las respuestas positivas que ofrece.
Ahora bien: no se trata de reírse de las situaciones difíciles, sino de adoptar una actitud ante la vida en procure mejorar el resto de las actitudes, el entorno laboral, familiar y de pareja.
La revista “Selecciones del Readers Digest” ha mantenido en sus páginas, por decenas de años, una sección que millones de lectores, en todo el mundo leen con avidez: “La risa, remedio infalible”, en la que se recogen chistes y amenas anécdotas. Su éxito radica en que proporciona, entre sus artículos de fondo, un momento de asueto para elaborar una sonrisa.
Las personas que ríen generan simpatías. Caen bien. Son aceptadas por todos. Provocan cambios de actitudes ante los demás. Proyectan alegría.
Abraham Lincoln señaló una vez que “casi todas las personas son tan felices como deciden serlo”. Los chinos, que son hombres sabios en las cosas de este mundo, tienen un viejo proverbio que reza así: “El hombre que no sonríe, que no abra su tienda”. Es innegable que hasta desde el punto de vista comercial, la risa es necesaria.
Por su importancia debemos cultivarla siempre: compartir con gente de nuestro agrado y escapar de comentarios negativos, desagradables; regocijarnos con la abundancia que representa despertar cada mañana frente a la experiencia de un nuevo día; agradecer y bendecir lo que tenemos; corregir nuestro lenguaje y abandonar el hábito de protestar y de hablar de escasez y adoptar una actitud de alegría, pensando con humor y mirando las cosas divertidas de cada situación, conscientes de que reír es vivir.
Y sobre todo, pensar que no debemos tomar nuestra existencia con tanto celo y seriedad, porque, como ya dijo alguien: ¡ninguno de nosotros vamos a salir con vida de ella!
Alberto Vásquez.
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