( Una expedición de gente con recursos hiberna en un viejo castillo alejado de la civilización. De repente descubren en mitad de la nada que existen razones para la intranquilidad).

La señora Pancrass se despertó estremecida aquella noche. Sus sueños eran tan vívidos que quiso comprobarlo de propia mano en el mundo de la vigilia. En la cama estaba ella sola, con la única compañía del ruido que proporcionaba una ventana abierta batiente contra la pared. Se levantó a cerrarla cuando una extraña sombra sobrevoló el espacio infinito a la luz que proporcionaba la luna llena. Había dejado de nevar y el viento silbante de escasas horas atrás había amainado extrañamente. No era posible que alguien se hubiera escamoteado ante sus ojos en mitad de la noche, simplemente achacó aquella sensación de estar acompañada en sueños a la sugestión que propiciaban las circunstancias. Sin embargo la realidad era bien distinta.