Ida y regreso de Yucatán
La luna tras cordillera de nubes,
entristecida, apenas asomaba
y con penosos silbidos a mi oído,
el viento con amor me despedía.
¡Apura! ¡Corre, que ella te espera!
Y en mi sangre… ¡Qué fuego incontenible!
¡y qué ardor en mi pecho y en mi alma!
Te miré y apacibles alegrías,
fluyeron sobre mí de tu mirada,
mi corazón fue tuyo enteramente
y tuyo fue mi aliento sin palabras.
¡Qué rosado albor de primavera,
todo el Yucatán nos regalaba!
¡Y que ternura para mí, Dios mío,
dicha ni merecida ni esperada!
El regreso
Aunque el dolor sentí de la partida,
desde el primer albor de la mañana,
¡qué delicia en los besos de tu boca,
que chispas en tus ojos reflejaba!
Yo partí, al fin, de vuelta a mi Argentina,
me siguieron tus húmedas miradas,
y no obstante: !Qué dicha ser amado,
y cuan feliz, oh dioses, es quien ama!
Buenos Aires julio 2006 para A.I.R. (hoy felizmente casada)
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