Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana
‘’Y es justo en la mentira ser dichoso
quien siempre en la verdad fue desdichado’’
Nació en San Miguel de Nepantla el 12 de noviembre de 1648, con una vida de contrastes religiosos e ideas liberales, llega a ser la poetisa más sobresaliente en la colonia.
Se decía que para lograr su propósito había sido capaz de disfrazarse de monja.
Es considerada, primera mujer que se rebeló a ser marginada a la ignorancia.
¡Cómo si ilustrarte fuese perverso y amar pervertido!
Sin duda, un manojo de emociones como lava volcánica a punto de derramarse sobre pueblos vecinos, en la pasión reprimida de todos los sentidos.
Niña pobre, ilegítima aun cuando ella se decía lo contrario. Escapa del sin mañana en busca de su más obstinado sueño: La superación personal.
Pero… ¿Es esto tan bueno como parece?
Dicen que la ‘’gloria’’ no es sinónimo de felicidad y qué mejor ejemplo que Juana de Asbaje, quien siendo la poetisa más reconocida de la corte en la Nueva España, su mayor gloria quizás fue uno de los pocos contactos físicos que tuvo, al sentir las manos tibias de su amada en el dibujo triste de su rostro.
La niña que aprendió a leer y escribir a los tres años, porque hay gente que nace con hambre de sabérselo todo, con ese espíritu de suma con el cual se agregan capacidades a nuestros dones creativos y aunque se llegue a destiempo o naufrague en la adversidad, es necesidad crecer y multiplicar en la matemática infinita de un arte tan natural como la palabra y tan compleja como la humanidad. Pasión que se escribe con el cuerpo, mente, alma e iglesia en la casa de un Dios donde dicen habitan todas las confusiones.
Juana de Asbaje, dama de honor de la Marquesa de Mancera, pronto sobresale por su inteligencia y es sometida a examen y prueba por cuarenta eruditos de las ciencias demostrando que ser mujer, no es como ser objeto de ornato con fecha de caducidad.
Una de sus hermanas, casada con un personaje importante (Juan de Mata), la coloca en la corte donde es presentada a la virreina, quien queda impresionada con su belleza e inteligencia.
Se vio asediada por diversos hombres importantes, tal como el padre Antonio Núñez de Miranda, quien al saberla especial sintió la necesidad de protegerla y conducirla por un camino de fe. Fue él quien la llevó al convento de las carmelitas descalzas, uno de los más estrictos de aquel tiempo. De esta forma pudo seguir ilustrándose y escribiendo aunque no eran muchas las ocasiones que se daban a la lectura, en especial la biblioteca sólo contaba con libros que hacían referencia a la religión. Enfermó a los tres meses por lo que cambió de convento y se reclutó en San Jerónimo (lugar con menos restricciones) hasta el día de su muerte.
Dicen que tuvo la biblioteca más grande de América latina de aquella época (cuatro mil volúmenes), así como buena posición económica ya que recibió regalos cuantiosos. En especial libros españoles y otros tantos de contrabando que le obsequiaban. Las personas venían de todas partes a disfrutar su sabiduría, fue una mujer muy querida y respetada. Gustaba de la música y la interpretación y contaba con varios instrumentos. Escribió villancicos, teatro y todo tipo de poesías llegando a convertirse en favorita de los virreyes de España.
En 1688 los marqueses de la laguna regresaron a España, era muy común tener conflictos ideológicos con los religiosos, quienes siempre resultaban favorecidos. Llevaron consigo infinidad de poemas de Sor Juana los cuales publicaron llegando, y quizás para Juana fuese un único logro, porque de allí en adelante su vida cambió.
Don Manuel Fernández de Santa Cruz, obispo de Puebla, tuvo en sus manos un manuscrito de Juana de Asbaje con el que fue cuestionada por hacer referencia a los varones de la iglesia, como si exponer un pensamiento crítico fuese peor que violar, esclavizar, asesinar o enterrar costumbres y cadáveres del nuevo continente. La reducen a vivir en austeridad y a trabajar con enfermos de la peste. Se le prohíbe escribir justo cuando sale a la luz un segundo libro en España de su obra.
Imaginar su vida, no contar con una pluma para expresar derrotas o victorias, descubrir el por qué o para qué se escribe. Cuál es el objeto de una vida oscura, solitaria, reprimida y sumamente culta si al final te golpea en la cara un manojo de sueños rotos.
Había muchas monjas poetas en aquellos años, como de seguro aún las hay. No todas nacen con dones en la palabra así como tampoco se entra a un convento por convicción; pero estoy completamente segura que todas, absolutamente todas tienen algo que contar. Escribir es eso, salirte del cuerpo y volverte pájaro, a quien nadie debía arrancar el plumaje.
Sor Juana de Asbaje murió en 1695 contagiada por la peste.
* ‘’En 1700 llegó a los lectores el tomo tercero, publicado con el título de Fama y obras póstumas del Fénix de México, decima musa, poetisa americana, sor Juana Inés de la Cruz’’
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