Desnudos cráneos humanos decoran la entrada a la gruta, tomando una ardiente tea reconozco el viaje a seguir.
Su mirada; podía sentir su mirada inquiriendo mis pensamientos, decrepitud y quimeras, fingir que las cosas no cambian, que todo es como en tiempos pasados.
Las paredes decoradas con absurdas actuaciones, teatro de nefastos momentos que jamás relataría, entendimiento de entrega sin sentidos, extiendo mis manos mostrándoles la poesía que oculto, palabras escritas en piras esculpidas mis ojos.
Los cientos de demonios retroceden ante mi labor, más ríen en mis acciones pasadas, busco la misericordia que no existe, el cuerpo tiembla. Azufre putrefacto de mi inconsciencia, maloliente y maldito. Criaturas resplandecientes entre huesos filosos de mis dudas, decoran miles de creencias, y roban trazos de fe.
Vestiduras de amor, atuendos que me obsequiaras cuando bese tus labios, me ocultan las indiferencias que relataran mis recuerdos.
El camino oscurece a cada uno de mis pasos, la antorcha no ilumina lo suficiente, apretando en las manos calzadas, itinerario docto de mil creencias en ti.
Fantasías, despiertas en nubes, tu voz reconociendo mi representación.
Veo en el techo colgar cuerpos rotos retorciéndose, títeres con sus almas atadas a los hilos, espíritus despedazados por mentes impropias, errores, acciones sin tiempo, corazones destrozados al son de músicas opacas.
Bajo cada vez mas, el aire se hace rancio, tonalidades carmesíes abogan las frías cavernas ¿acá terminan mis momentos de defraudar? ¿Podré inhalar mis miedos de soledad? ¿Endulzaras mis oídos con el suave néctar de tu estadía?
Sentado en un trono de sufrimientos lo veo, cubierto por mantos desprendidos de equivocaciones, ropajes desgranados por el susurro de pesadillas. Trozos míos yacen a sus pies, disfrutar con el vacilar de tu voz al decir mi nombre, no pudiendo despertar al ruin apego de la felicidad. Sonríe al verme llegar. Lentamente se desprende del habito, ¡Dios mío, soy yo Vacío y lúgubre!
No hay Belcebú, ni flamas eternas, tan sólo brechas sombrías. Profundas heridas de mi alma. Me retuerzo al terror, perduran, espantosas agonías. Y te siento lejos, no pueden acariciar mi alma. Sé que tus anhelos no duermen en mí, sus garras me oprimen, duelen, padecer la eternidad sin tus sílabas arrullando mi ser.
Inmortalidad al deshacer lo creado por mis ofrendas, locura sórdida, muerte, sigilosa expiración, desfallezco sin límites de tiempo.
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