empezar. nada quiero decir de manera poética. menos hacer que suenen las palabras. por el momento. quizá más adelante lo vuelva a hacer, pero ahora, en esta etapa de la vida, no quiero una estética en el lenguaje ... siquiera en la realidad, en el hacer... en el hacer quiero la variedad, en la variedad quiero (¿quiero? qué quiero ... o, por qué quiero? ... entrego en el hacer, pero aún la distribución es más para mí que para el resto de las existencias ... será inseguro distribuir en abundancia? ... debo entregar lo que he acumulado: el lenguaje) le he hallado sentido a lo leído "quien busca se pierde, quien olvida encuentra"... entonces, concluyo, no hay que querer ... o hay que querer pasivamente: que el querer no sea una proyección, sino una acción que englobe los quereres en los instantes precisos. si para un querer que se asoma se necesitan tres horas, pues dáselas. juzgar los quereres. conmoverse con los quereres. no proyectarse con los quereres, sí vivir en la frecuencia propia de los quereres. si el querer exige tres horas, estas tres horas no son su proyección, son la acción misma alargada en al frecuencia que le corresponde. si el querer se inmiscuye en tu mente cuando no le corresponde, es una proyección, una acumulación sin acción, y allí lo que he leído cobra sentido "quien quiere se pierde, quien olvida encuentra"