Lo primero que pienso (si es que se puede pensar en forma clara y ordenada en situaciones como la que estoy experimentando), es en lo que vendrá después de todo esto. No me reconfortan mucho los recuerdos del sacerdote y su platica dominical sobre lo que se vive tras la muerte. Más espero que haya un dios; y que mi existencia incluyendo todo lo que soy, no se vaya fielmente al caño. Estoy involucrado en un verdadero lío del cuál no espero salir vivo.
El microbús me arrastra en su estomago por una eternidad, creo que la humedad que alcanzo a sentir entre pecho y espalda, es sangre. Mi brazo izquierdo y una de mis piernas pasan literalmente frente a mis ojos, los veo desaparecer entremedio de la lluvia de chispas que tan graciosamente saltan de los discos de frenos de la pesada máquina. Muy de lejos escucho los gritos de las personas que observan impávidas como me retuerzo al arrastrarme entre el candente pavimento y la fría mole de acero.
Mis pensamientos viajan a tu lado, haciéndote nuevamente parte de mi vida, el mágico retazo de tiempo que juntos vivimos. Sonrío al decirte que extrañare tus tiernos besos, tus abrazos, la mirada que me regalabas cuando hacíamos el amor; la complicidad para intercambiar mensajes y robarnos una sonrisa. Adiós hermosa compañera de viaje.
No soy de las personas que hacen un escándalo de todos los problemas que cotidianamente nos acechan, más me vendría bien un par de gritos de dolor en este momento. Pero no entiendo el por qué de la indolora tranquilidad que me acoge y domina.
Los gritos (si es que me tentara en intentarlo) no cambiarían nada, así que me dejo llevar por la oscuridad que tan dócil y tiernamente toman mi mano...
No sé que sucedió; ahora voy de la mano de mi madre, pero es otra persona, nada que ver con la progenitora que recuerdo. La conciencia de quien soy es distinta en mil formas, sé quien soy, pero al mismo tiempo no soy quien creo que soy. ¿Que mierda?
Observo mi cuerpo llevándome la sorpresa de mi vida. Nuevamente soy un precoz niño. Al darme cuenta de mi apresurado caminar, puedo decir con precisión que no tengo mas de cuatro años.
¡¿Que mierda me pasó?! Todo es tan distinto e igual a la vez. Siento como poco a poco nuevas experiencias enriquecen mi vida, más la esencia sigue prevaleciendo sobre mi espíritu.
Los recuerdos tan vividos de la vida anterior se alejan lentamente, tengo temor de olvidar para siempre, y un manto de tristeza cubre mis sentires al saber que mis memorias se apagaran en forma definitiva. Tal vez algún día pueda volver a recordar esta pieza del rompecabezas.
Prometo regresar por ti, y volver a reírnos de las tantas tonterías que podía decir en una conversación.
Escucho las palabras que pregona mi nueva madre, me habla de unos vecinos que acaban de llegar de muy lejos. Que tienen una pequeña niña que podrá ser mi amiga de juegos, trato de decirle que no soy su niño, que lo último que recuerdo es el rechinar de frenos del microbús y de la envestida sobre mi cuerpo. Pero no puedo, apenas pronuncio unas pocas palabras casi sin sentido.
Ya es demasiado tarde, el desvanecimiento suavemente cierra mis ojos, no es tan malo como pensé, es mi nueva conciencia que se abre paso borrando lo que algún día llegué a ser.
Bueno al menos sabré quién será mi compañera de juegos en esta nueva y extraña etapa de aprendizaje pienso con resignación.
La que cumple el rol de mi nueva madre golpea la puerta de los nuevos vecinos. Ahora que la veo bien tiene algo conocido en su mirada. Me es familiar, creo que ya hemos hecho esto antes; trato de saber en que parte la he visto con anterioridad pero el crujir de la puerta de madera abriéndose me saca del mar de pensamientos.
¡¿Que mierda?! Sé que es primera vez que los veo, pero todas las personas me son particularmente familiares. Es en ese preciso momento en que extrañamente siento tu presencia. Te ocultas tras la figura de tu nuevo padre, tienes unos años menos que yo, ¡pero eres tu, dios, eres tú; No puede ser posible! Te ves tan hermosa como cuando te dejé allá atrás.
No sé cuanto tiempo ha transcurrido desde mi tan memorable y deplorable accidente. No sé en que lugar nos encontramos, pero ya no importa, pues estás acá y sé que no nos volveremos a separar, estamos unidos en este camino y en la eternidad por el verdadero amor que tan dulcemente nos encadena. Lentamente los recuerdos escapan de mi ser, y la esencia se queda a tu lado, no pudiendo ni queriendo abandonarte.
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