Impedir la maraña de recientes recuerdos, separando las moribundas mentiras que obstaculizan su sensitivo corazón. Depósito de emociones quebradas, albas pasiones cubiertas de agonías. Volver a profesarlo significa viajar hacia un legado de quimeras. Oscuro rencor trastabilla a los sones de necias palabras, sonetos pregonados por almas incineradas en milenios de descaro.
No recuerda cuantas veces, los agrios sabores de ensombrecidas promesas esculpieron la desesperanza, crueles juegos destruyendo las transparentes y saladas gotas que remontan sombras y gritos desconsolados. Alejándose a la deriva, entre canales ocultos detrás de sus ojos carmesíes.
Comedias cincelaron en su cuerpo atormentadas cicatrices, suele abrirlas con cada pensamiento, con cada recuerdo. Muerte visitándola una docena de vidas, dañándolas con verdugos besos olvidados.
Justificaciones recorren las rutas próximas a su espíritu, engalanando el dolor, extrayendo la luz que cobija su gentil talante.
Él navega por océanos de testimonios, explicando lo indeseable, intocable, intoxicante.
Tomándolo de ambas manos ella se busca en la profundidad de sus ojos, recorriendo cada rincón y escondrijo. Sacudiendo el polvo de los olvidos, de los años sin ternura, del triste daño. Retomar la senda sería la apertura del abandonarse, dejando el ser en manos del codicioso egoísmo. Sacrificio en pos de una cruzada sin destino ni final. Interviniendo en una encrucijada paralela, agazapándose en la sombra de la elemental felicidad. Volver a sorber los huesos del temor, viviendo una mentira que se transforma en pesadillas.
Lo abraza haciéndolo parte de sí, unidad eterna, perfectas esencias los cercan. Ya no importa nada, prefiere compartirlo a estar muerta en vida, lo ama demasiado. Segmento de si misma recobrado de infiernos lúgubres y rancios designios.
Abandonándose por una eternidad, lo besa con locura.
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