Despierto bruscamente, debe ser por el dolor de estomago, llega sin avisar y hace que mi cuerpo se transforme en un ovillo. No quiero levantarme, duermo desnudo y no deseo abandonar la calidez de mi cama. Tendré que ponerme algo abrigado para ir al baño.
Ágilmente salto de la parte de arriba de la litera dónde descanso, cuando estoy en el aire me doy cuenta que el perro está durmiendo bajo mi cama, para evitar aplastarlo en el aire abro las piernas y mis pies golpean desordenadamente las baldosas, aguanto el dolor, no quiero despertar a nadie.
Veo la hora al ponerme una vieja polera, dándome cuenta que aun es de madrugada. Tomando un cigarrillo y el encendedor me dirijo al tocador.
Las horas pasan lentamente, el sonido de las gotas de agua que escapan de la llave mal cerrada es mi único y monótono compañero.
Cuestionamientos desbordan mi pensar, saber sí cada decisión tomada es la correcta, tratando de descifrar y entender el difícil código de conducta. ¿Quién lo impulsa, filtrando las diferencias entre bien y mal? ¿Las equivocaciones son los engranajes de la maquinaria del crecer? Al hacerte parte de mi mundo las cosas no funcionan del todo bien (al menos para ti) ¿Será porque mi destino es la eterna búsqueda de lo que nunca encontrare? Tal vez me sea vetada la compañía, descartando en forma directa el roce de un desinteresado cariño.
_¿Por qué mierda no pierdo mi tiempo pensando en lo que mañana me pondré al vestirme? Me pregunto al mismo tiempo que sonrió.
Siempre es el mismo tónico, veneno entrando por los laberintos de mi cerebro. Me he llegado a odiar cientos de veces, al pensar que no puedo llegar a ser como la mayoría de las demás personas. Tan sólo fluir por la existencia, viviendo de trivialidades; tal vez así pueda vivir tranquilo. Tripulando por la narcótica e imperecedera estupidez de multitudes, cegados por falsas felicidades. ¿Falsas felicidades digo? ¿Acaso ser distinto me hace más feliz que ellos?
La luz solar del nuevo día comienza a filtrarse por la diminuta ventanilla del baño, cuando comienzo el retorno a mi mullido lugar de descanso. Las preguntas siguen sin solución, más el conocimiento de dichas dudas es el amanecer de una nueva era, el alfa de una cruzada, astillas de campos de batallas por los cuales encontrar las perdidas sendas por recorrer.
Me siento colmado por la dicha al retomar el anhelado descanso, pues la preocupación por las esquivas respuestas es la nueva razón de vida que me traza el destino, con una sonrisa y con la aparición del doble de preguntas consigo dormir algunas horas mas.