"A morir" se decía
justo antes de comprobar el peligro
y la oscuridad actuó ciega
y la ceguera lo mandó a tierra.

El amortiguador se hizo añicos
y su cara también
ante el suelo que
indiferente como siempre
le demostró lo blando de su rostro.

Se llevaron al hombre
y su amorfo rostro
entre tres lo subieron a la ambulancia
y entre dos le taparon la boca.

"Cállate" le decía un paciente
que más que silencioso
lo quería amordazado
"Cállate
que no ehcusho a la Scherezade"
le ordenó antes de que se lo llevaran.

Lo amoratado de su cuello
daba cabida a dos opciones:
era muy temerario
o era suicida.

Al poco rato el doctor lo vio
miró al sujeto con cierta preocupación y
ocultando la inseguridad
revisó el estado de la herida.

Sintiéndose cual amortajado
se quedó en silencio
la anestesia le hacía parecer muerto
pero seguía ahí.

El clamor pasó a ser un débil gemido
durante horas,
demoras
y más horas
hasta que su hermano llegó.

"¿Para qué hiciste eso?"
preguntaba
"¿Para morir con clase?"
continuaba
"¿Por qué no contestas?"
dijo antes de encontrar la respuesta
en una caja de diazepam.

Dejando la amoralidad de lado
y con fraternal tono
le dijo "mañana será otro día"
y esperó a ver si era cierto.