No logro que el sueño me cobije, acariciar el exquisito desvanecimiento en busca del liberador consuelo. Eterna pesadilla royendo cada hueso de mi alma; grises fantasmas vuelan libremente cerca de mi espíritu, devorando cada pensamiento encadenado a tu dolor.
Completamente desnudo abandono el lecho de descanso, busco en la oscuridad del departamento, el lugar de donde salen los demonios que vierten el aceite de tristezas, curtiendo cada eslabón de las cadenas que me quiebran; uniéndome a la desesperanza; esclavizándome al dilucidar de la locura bajo los gritos de mis dudas.
Encontrar la humanidad que he perdido, volver a sentir la vida que lentamente escapa por cada rincón de mis venas.
Sólo una mascara carcomida por lo que he creado; condenado a reír cuando mi esencia yace inerte y sin vida; amordazada por emociones emanadas de mi propio miedo.
Enciendo un cigarrillo en la oscuridad, las sombras que huyen de la luz que se desprende del pequeño cerillo esculpen tu nombre en una de las paredes de la dimunuta habitación. Las yemas de mis dedos buscan mis labios; acariciando el dulce sabor de tus besos que aun conservo en ellos.
Quemando cada uno de los sueños con el calor de tu aliento, palpar cada gota de tu presencia en mi vida; respirando todas las células de tu cuerpo al hacernos el amor, pintar tu cuerpo con el color de mis besos. Tierna poesía posándose en el umbral de caricias y sonrisas, la simpleza de decirte cosas con mi mirada perdida en el océano de tu existencia.
Percibiendo música de amor brotando de tu corazón, reposar el cansancio del camino de mi vida en tu hermosa desnudez.
Susurro te amo con los ojos bien cerrados. Palabras de amor eterno que llegaran a tus oídos con las primeras brisas de la mañana, las luces del nuevo día me sorprenden abrazado a cada una de las sílabas del castigo que significa perderte; ellas vienen acompañadas por una tormenta; que fríamente se aposenta en mis pupilas.