LOS SABANEROS Y LAS EMPLEADAS DEL SERVICIO
El trabajo a comienzos de la década de los 70, en Socotá era muy poco, bajo y solo se limitaba a los 20 empleados de la alcaldía municipal, los 3 del juzgado, los 5 policías, los profesores del colegio y escuelas, los del hospital y funcionarios de algunas entidades departamentales o nacionales que tenían presencia en el municipio.
Recordemos que Socotá, era un municipio que se jactaba de ser buen productor de papa, cebada, trigo, haba, frijol, guayaba etc., con lo que satisfacía las necesidades de los socotenses y de los municipios aledaños. Las fincas eran pequeñas parcelas que año tras año se fueron convirtiendo en minifundios, debido a que los muchachos fueron creciendo y formaban sus hogares y las fincas de los papás se dividieron para dejarles donde construyeran su casa y formaran su propia familia.
Por la división de las fincas entre los hermanos, estas ya eran muy pequeñas y ya no producían para sostener el hogar, entonces los muchachos decidieron salir a alquilarse como obreros en otras fincas más grandes o se iban para Bogotá a trabajar en la sábana. El parque de los Mártires a las 7 de la mañana era la cita, los días domingo.
En este parque los finqueros de la sábana, reclutaban a los muchachos que voluntariamente querían trabajar en sus fincas, les ofrecían buena paga, alimentación y hospedaje, de tal manera que estos tendrían plata para vivir bien, mandar a la casa y sostener el hogar.
En este trabajo podían pasar entre 4 y 8 meses, sin salir a descansar, para poder llevar el sustento a sus familias. Cuando decidían no trabajar más, con la plata ahorrada, se pasaban por la plaza España a comprar su traje de ir a lucir al pueblo el día de mercado y comprar cerveza, que era el indicador de que les había ido muy bien por la capital.
En las mismas circunstancias les tocaba a las mujeres en edades entre 16 y 22 años, que por no tener la oportunidad de estudiar y conseguir trabajo en Socotá, debían irse para Bogotá y el trabajo que conseguían era como empleadas del servicio doméstico. Trabajaban 6 meses o un año y se devolvían al pueblo, hablando cachaco, bien vestidas con la ropa que les había regalado la patrona, bien maquilladas y con buena plata.
Los domingos tanto hombres como mujeres, que regresaban al pueblo, como era día de mercado, se encontraban tanto los sabaneros como las trabajadoras domésticas, se tomaban sus tragos y con sus pintas extravagantes recorrían todas las tiendas con un toca disco en una mano y en la otra un botella de cerveza y al finalizar la tarde de domingo se armaban tremendas peleas, finalizando, unos con la cara rota, con la pinta sucia y a otros les tocaba dormir y pasar el guayabo en la cárcel.
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