TORNIYOS FLOJOS
Por Isabel Rodas


Cuando me subo en el bondi
todos miran de reojo
quiza piensen que estoy loco
o tenga cara de piantao
¿serán las polainas blancas?
¿o el cabeyo engominao?

El chofer escucha radio
donde los músicos esos
le dan un montón de palos
a unos tarritos briyantes
y que como acompañantes
las guitarras enchufadas,
ante la menor razgada,
suenan como delirantes.

Para ignorar el baruyo
está uno con un gorrito
que tiene un tapón chiquito
que se pone en las orejas
con unos cables finitos
y no escucha ni una queja.

Vestidos con mil colores
se sonríen por lo bajo
mirándome bien los tacos
de los timbos re-lustrados
y el chambergo de costado
que llevo con todo orguyo.

...Y en verdad no entiendo nada
no me puedo convencer
¿porqué cuando me van a ver
en Florida o en Corrientes
se amontonan de repente
y aplauden con tantas ganas?

Y sin embargo hoy aquí
yo ya no tengo un lugar
y no sé como apechugar
como en la década ´el treinta
cuando no había ni un mango
yo aprendí a bailar el tango
para así poder morfar.


Estos para protestar
van a gritar a la plaza.
Ya se... la plata no alcanza,
pero no te dejan pasar.
Y a veces para viajar
de Avellaneda hasta el Centro
hay que andar por el costao
de la autopista o los puentes
mientras ellos comen chori
en honor a San Piquete.

Resulta que ahora la gente
no se mira, ni saluda
hablan solos todo el día
con unos aparatitos,
y miran por todos lados
y corren como unos locos.

Trato de entender un poco,
metiéndome en el baruyo
y mirando a estos chitrulos
del pecho me sale un grito:
¡Acá tienen una llave!
¡Ajústense los torniyos!


Aclaro que las faltas de ortografía son porque es en lunfardo argentino